La sociedad de consumo se centra masivamente en crear necesidades superfluas
que envenenan nuestro cuerpo y desequilibran nuestra mente de tal manera que nunca una generación estuvo tan enferma teniendo un aspecto tan saludable.
Vemos a los africanos en sus territorios naturales, no tienen videoconsolas, no tienen Iphone, pero los niños corren felices por los campos con la luz en la mirada, mientras las madres tejen sus ropas y preparan sus comidas al aire libre con un bebé en los brazos.....pero claro, esta imagen es solo un espejismo remoto
desde que les robamos sus cosechas, les envenenamos las aguas y les vendemos armas cargadas de odios prefabricados.
Los niños ya no juegan, empuñan fusiles de asalto y las mujeres mueren de sida sin nadie que les acompañe en el viaje. La multinacionales del petróleo, del oro y de las materias primas han hecho del último paraíso, un infierno en la tierra.
Si volvemos la vista, vemos a nuestros jóvenes competir por quien tiene el móvil más
avanzado, el ordenador más rápido o la pantalla más grande, pero se pasan el día sin el calor de sus padres, jugando con la vídeo consola o tragando telebasura, mientras los adultos vendemos nuestro tiempo por treinta monedas y nos condenamos a hipotecas de cadena perpetua.
Cada día surgen nuevas enfermedades producidas por los pesticidas, los transgénicos o por el Stress inhumano al que estamos sometidos, las multinacionales químicas multiplican sus beneficios a costa de nuestra salud, mientras las agencias publicitarias se encargan de crearnos traumas para que echemos el resto en cosméticos y operaciones de pornoestética.
¿Es esta la sociedad que queremos? ¿En qué punto tomamos el camino equivocado?.
Lo que está claro es que esta vía nos conduce al desastre como individuos y como especie, espero que no sea demasiado tarde para volver a la senda que jamás debimos abandonar.