Se habla mucho, con toda justicia, de la figura de la madre, pero a veces dejamos de lado a la otra mitad de nosotros mismos, nuestro padre .
Papá , palabra divina, llena de matices y sabores de miel y canela. Papá ejemplo de fuerza sin violencia, autoridad sin imposición respeto sin miedo.
Papa, fuerte como una roca, pero tierno como el seno materno, papá, predicando con el ejemplo de tu respeto y de tu cariño hacia tu esposa, hacia tus hijos, hacia ti mismo.
Amante de la buena mesa y los buenos vinos, me enseñaste a beber y a vivir me brindaste la copa de tu amor, de tu alegría, de tus inmensa humanidad.
De niño soñaba ser como tú. admiraba tu fuerza, tu sabiduría, tu equilibrio, y sobre todo tu capacidad de amar, amabas a tu familia, amabas tu trabajo, amabas a todo el que se acercaba .
Me encantaba competir contigo, y cada vez que me ganabas, yo me sentía orgulloso de tu fuerza y de tu destreza, riendo mientras corríamos por la calle como dos niños traviesos.
Nunca te dejaste ganar, cosa que te agradezco enormemente, porque así me incentivabas y me hacías superarme. Cuando una noche, la muerte enamorada te arranco de mí, supe que nunca seria ni tu sombra, que eras el mejor y que siempre serias mi ejemplo, pero ahora, cada año que pasa me reconozco mas en ti, mis gestos, mis pensamientos, la forma de amar a mi familia y de sentir la vida, es cada vez más la tuya. Llegué a desesperarme por tu ausencia, pero ahora sé que nunca te fuiste, que siempre estuviste a mi lado, que te veo cada vez que me miro en el espejo.
JOSE LUIS POSA