El alimento no solo es el combustible del organismo, es también
el material con que se construyen y se regeneran los tejidos, todos los
elementos que constituyen las células han sido aportados por la alimentación y
la respiración. Cada siete años la practica totalidad de los tejidos se regeneran
adaptándose a la edad y a las circunstancias, si los nutrientes que les son
imprescindibles escasean, se producen malformaciones y deficiencias que dan
lugar a la enfermedad, de aquí la trascendencia de una alimentación equilibrada
y libre de tóxicos.
Cuando hablamos de nutrientes siempre nos vienen a la cabeza
los tres grupos fundamentales, proteínas, glúcidos y grasas pero hay otros tan
importantes como ellos y son los minerales, las vitaminas y los oligoelementos,
todos ellos imprescindibles para que la célula desarrolle sus funciones vitales,
por desgracia, los alimentos refinados carecen de la mayoría de estos
principios fundamentales.
La sal de mesa, el azúcar blanco y las harinas refinadas son
despojadas de todos sus elementos
vitales dejando tan solo cloruro sádico, sacarosa o hidratos de carbono que
aportan calorías vacías, si a esto añadimos los colorantes, conservantes y
saborizantes añadidos a los precocinados y comida basura, el resultado es que
en lugar de alimentarnos, nos estamos envenenando.
Esta científicamente probado que el cáncer y muchas de las
enfermedades autoinmunes se producen por la acidificación y falta de oxigeno en
las células, deficiencias producidas por una alimentación inadecuada y por el estrés
generado a largo plazo, para regenerar nuestro organismo no hay otro camino que
recuperar las buenas costumbres alimentarias y armarse de tiempo y paciencia
para que los tejidos y órganos puedan regenerarse, eliminar en lo posible todo
tipo de tóxicos, como alcohol, tabaco y drogas sintéticas que nos venden como
medicina, si no somos capaces de desandar este camino, no solamente no
sanaremos si no que estaremos cada vez peor.