Hemos llegado a un punto en el que todos los poderes políticos
y económicos del mundo están en manos de unas mil familias, y cuando hablo de
familias lo hago en la nomenclatura mafiosa. La globalización que se presentó
como un medio para conseguir la igualdad y el reparto de riquezas lo único que
ha conseguido es traspasar el poder desde los estados a los centros económicos
donde se decide a diario la vida y la muerte de millones de personas.
Hasta hace unos años se especulaba con dinero o con fincas, en la actualidad se especula con el hambre, la enfermedad y el sufrimiento, se planifican hambrunas, subidas criminales de precios, la creación de enfermedades nuevas y la perpetuación de las ya existentes. Las farmacéuticas nos convierten en enfermos crónicos, las multinacionales, en compradores compulsivos, y las empresas en esclavos sumisos, mientras la educación se transforma en programación y la información en propaganda.
Hasta hace unos años se especulaba con dinero o con fincas, en la actualidad se especula con el hambre, la enfermedad y el sufrimiento, se planifican hambrunas, subidas criminales de precios, la creación de enfermedades nuevas y la perpetuación de las ya existentes. Las farmacéuticas nos convierten en enfermos crónicos, las multinacionales, en compradores compulsivos, y las empresas en esclavos sumisos, mientras la educación se transforma en programación y la información en propaganda.
En la novela de Wells, una parte de la humanidad soterrada,
se alimentaba de la masa deshumanizada que vivía en el exterior resignada a su
suerte, pues bien, eso es lo que está sucediendo en estos momentos, solo que esos
monstruos moran en los penhouses de los rascacielos y en urbanizaciones de lujo custodiadas por
auténticos ejércitos, mientras que nosotros nos hacinamos en guetos matándonos
por las sobras que nos arrojan los Morlock.
Estos asesinos han expoliado la naturaleza talando selvas,
incendiando bosques y convirtiendo el litoral en un cementerio de hormigón,
destinando millones de hectáreas de cereales alimentarios para producir
biodiesel y condenando al hambre a países enteros.
Hasta hace unos años, se hablaba de países ricos y países
pobres, hoy en día el hambre se ha extendido por todo el orbe, llegando a
invadir las ciudades del autodenominado primer mundo. Mientras algunas de las más
grandes fortunas se cuecen en los países en desarrollo, en occidente cada vez
hay más gente sin techo sin comida y sin esperanzas, primero estalló la burbuja financiera y después la burbuja inmobiliaria, la burbuja humanitaria está a punto de
reventar y ese día no habrá en todo el planeta un lugar donde refugiarnos.
JUANMAROMO