“El hombre tiene la edad de la mujer que ama”. Esta frase hizo fortuna hace unos años, pero no deja de ser una de esas máximas sofistas que suenan bien pero que no resisten el más mínimo análisis. El hombre tiene una edad física y una edad mental, lo ideal sería que fueran acompasadas o en todo caso que la edad mental ligeramente por debajo de la física, pero si hay algo ridículo es un cincuentón que quiera pasar por veinteañero.
Eso no significa que debamos envejecer mentalmente, no podemos evitar nuestro deterioro físico (aunque si mitigarlo), pero si podemos evitar el envejecimiento mental, sentirse joven no significa vestir como un adolescente ni bailar house con un trippy en la boca, significa adaptarse a los tiempos, aceptar la evolución de la sociedad y sobre todo sentirse a gusto con uno mismo. Todo esto viene a cuento por la cantidad de cincuentones que cuando sienten crujir su mástil, se refugian en el puerto de una veinteañera confiando en que el cambio fortalecerá sus cuadernas, se machacan en el gimnasio, visten ropas juveniles y adoptan el lenguaje de las discos de moda.
Yo no soy quien para criticar a nadie, pero he visto a hombres abandonar a una mujer hermosa, inteligente y madura, para irse con una cría que apenas le izara las velas unas cuantas veces hasta que pase la novedad y las feromonas vuelvan a sus cauces, luego se dan cuenta que han sacrificado familia felicidad y futuro corriendo tras un espejismo, pero ya es demasiado tarde.
Últimamente, también las mujeres se han subido al carro, y se pueden ver espléndidas cincuentonas con yogurcitos imberbes ¿Los utilizarán como ositos de peluche?, ya sé que su potencia sexual puedes hacerles recordar noches de vino y rosas, y según dicen algunas, hasta quitarles las arrugas, pero no nos engañemos, si queréis la auténtica igualdad, no imitéis nuestras estupideces, porque en eso no nos ganareis nunca
JUANMAROMO