¿Cuándo llegaremos a comprender que el alma y el cuerpo forman una entidad indisoluble?
¿Cuándo acabaremos de entender que el mal de uno acaba deñando el otro de una manera
irremisible?.
La sociedad de consumo se centra masivamente en crear necesidades superfluas
que envenenan nuestro cuerpo y desequilibran nuestra mente de tal manera que nunca una
generación estuvo tan enferma teniendo un aspecto tan saludable.
Vemos a los negros en sus territorios naturales, no tienen video consolas, no tienen Iphone,
pero los niños corren felices por los campos con la luz en la mirada, mientras las madres tejen
sus ropas y preparan sus comidas al aire libre con un bebé en los brazos.
Pero claro, esta imagen es solo un espejismo desde que les robamos sus cosechas, les
envenenamos las aguas y les vendemos armas cargadas de odios prefabricados.
Los niños ya no juegan, empuñan fusiles de asalto y las mujeres mueren de sida sin nadie que
les acompañe en el viaje. La multinacionales del petróleo, del oro y de las materias primas han
hecho del último paraíso, un infierno en la tierra.
Si volvemos la vista, vemos a nuestros jóvenes competir por quien tiene el móvil más
avanzado, el ordenador más rápido o la pantalla de plasma más grande, pero se pasan el día
sin el calor de sus padres, juagando con la video consola o tragando telebasura, mientras los
adultos vendemos nuestro tiempo por treinta monedas y nos condenamos a hipotecas de
cadena perpetua.
Cada día surgen nuevas enfermedades producidas por los pesticidas, los transgénicos o por el
Stress inhumano al que estamos sometidos, las multinacionales químicas multiplican sus
beneficios a costa de nuestra salud, mientras las agencias publicitarias se encargan de
crearnos traumas para que echemos el resto en cosméticos y operaciones de pornoestética.
¿Es esta la sociedad que queremos? ¿En qué punto tomamos el camino equivocado?.
Lo que está claro es que esta vía nos conduce al desastre como individuos y como especie,
espero que no sea demasiado tarde para volver a la senda que jamás debimos abandonar.
JUANMAROMO