Una vez conocí a una mujer maravillosa. Juntos vimos amanecer sobre valles inmensos, cabalgamos a lomos del viento, nos fundimos en espacios de luz y silencio.
A través de las horas, recorrimos carreteras desiertas, escuchando el latir de la tierra.
Compartiendo un instante perfecto nos hicimos maestros del tiempo, mensajeros de lluvia, cazadores de nubes, rastreadores de huellas, pescadores de estrellas… Y en mitad de una noche infinita, poco a poco, despacio, comprendí que la vida no era más que esto. Caminar a su lado, navegar en sus sueños…
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…Dicen que nadie regresa igual de su viaje y nosotros, durante aquella travesía a través de la noche, viajamos mil vidas. Yo la observaba progresar en la nieve con el amanecer de fondo y sentía que estaba contemplando el primer despertar de un mundo nuevo. Ella era imprescindible, era fundamental y lo llenaba todo; no hacía falta más.
Mientras la contemplaba, rodeada de niebla y de silencio, en mi alma de pronto comprendí que el largo viaje de mi vida pasaba justo por el centro de su corazón. En ese punto exacto se hallaban las respuestas. Ella tenía la clave, la magia y el misterio. Era el lugar del mundo que había buscado desde siempre, la cumbre que todos queremos conquistar.
…Y mientras, la tierra seguía su camino, cruzando el universo. Me fascinaba entonces pensar en el orden del cielo, y en toda esa belleza que ella llevaba dentro. Miraba cada gesto de sus manos, los rasgos de su rostro, la estela de su cuerpo, y era tan especial esa mujer que estaba allí, caminando a mi lado.
Cuando todo acabó, muchas horas después, ella dormía en paz bajo la manta. Sentí que la quería de un modo irremediable. Yo miraba en la tele un viejo documental que hablaba de la vida de los helechos. Mi alma estaba en paz. Sentí en ese momento que todo estaba bien, que todo estaba en orden. En el mundo de los demás la gente se mataba. Había cataclismos, hambre, miseria, guerras… pero ella estaba allí y allí estaban mis sueños. Los helechos me fascinaban, y era tan especial esa mujer y yo era tan feliz sólo por estar a su lado.