Alícia Adserà, demógrafa; investiga en el centro W. Wilson de la Universidad de Princeton
"Hoy en España tener muchos hijos es símbolo de estatus"
LLUÍS AMIGUET - 17/03/2010
Tengo 42 años: en EE. UU. pude permitirme tener tres hijos y uno ya universitario; aquí mis amigas apenas tienen uno y aún bebé. Nací en Barcelona. Soy católica practicante y liberal en la línea del Vaticano II. Soy catalanista. Colaboro con el Instituto de Tendencias Sociales del Iese
Los países pobres, a medida que se desarrollan, frenan su demografía: tienen menos hijos...
...
... Porque acceden a los anticonceptivos y el Estado es cada vez más eficaz en sustituir a los hijos como proveedores de seguridad y recursos en la vejez.
Tiene su lógica.
Así, la tasa de fertilidad de un país decrece a medida que aumenta su prosperidad.
Como ha sucedido en el sur de Europa.
Hasta caer, como España o Italia, por debajo de la tasa de reemplazo - la que evita que un país pierda población-(2,1 hijos). En España llegó al 1,1.
Nos quedábamos sin niños.
Ahora ha habido un repunte de nacimientos hasta el 1,3-1,4 por dos factores: la inmigración - más prolífica al principio aunque adopte enseguida la baja fertilidad del país de acogida-y porque muchas españolas posponen hasta el límite su maternidad, pero al final se deciden; en cambio las italianas a cierta edad ya suelen renunciar.
¿La prosperidad siempre aleja a un país de la natalidad?
Cuando los países superan determinado nivel de riqueza, la natalidad vuelve a repuntar. Los países más prósperos y equitativos han logrado invertir esa proporción y, cuanta más riqueza consiguen y mejor repartida, más hijos vuelven a tener.
Por ejemplo...
Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Canadá o los países escandinavos...
¿Por qué vuelven a tener niños?
Porque la prosperidad bien gestionada en un sistema institucional eficiente permite a la mujer tenerlo todo: profesión y maternidad y, además, a una edad biológicamente más conveniente para tener más hijos.
¿Cómo lo consiguen?
En general podemos hablar de dos sistemas: el liberal anglosajón y el escandinavo, que socializa la familia. En Estados Unidos, para empezar, la flexibilidad laboral da más opciones y permite...
Aquí flexibilidad suena muy mal.
Porque "flexibilidad laboral" aquí es el eufemismo del que se abusa para encubrir la precarización laboral y salarial, que son precisamente las que frenan la maternidad.
Es lógico que no quieras ser madre si no tienes un futuro que ofrecer a tu hijo.
Nada disuade más de la maternidad que la inseguridad económica, la falta de confianza en el futuro y el saber que, si dejas tu empleo para ser madre, tendrás que renunciar a tu carrera y tal vez a un trabajo digno.
Pues es lo que sucede aquí y ahora.
Por eso cuando se habla de fomentar la natalidad y se limitan a mencionan los permisos de maternidad o el cheque bebé o las subvenciones, se olvida lo fundamental: ¿qué es lo que nos decide a ser padres?
¿. ..?
La confianza en el sistema económico y las instituciones sustanciado precisamente en la seguridad de las madres de que podrán dejar su carrera, su empleo y volverán a encontrar otro cuando quieran. Y no se trata sólo de pensar en los dos primeros años del bebé, sino en los 18 años, por lo menos, que tu hijo tardará en ser autosuficiente...
¿EE. UU. da esa seguridad?
La flexibilidad laboral permite allí una creación continua de empleo. Cuando una madre abandona su trabajo sabe que encontrará otro cuando quiera. También sabe que encontrará uno a tiempo parcial si lo necesita. Recuerde que en España las leyes laborales del franquismo penalizaron el contrato a tiempo parcial para preservar el estatus del sacrosanto padre de familia.
¿EE. UU. da a todos esa oportunidad?
Entre un cinco y un diez por ciento de la población queda excluida, cierto, pero la gran mayoría se beneficia de ella, como yo.
Cuéntenos su experiencia.
A los 42 años he podido tener un hijo casi universitario y dos adolescentes, porque me he beneficiado del sistema de EE. UU. cuando mis amigas coetáneas catalanas si tienen hijos, es uno y todavía bebé.
EE. UU. es un país muy religioso.
Pero abierto y plural. Yo diría que la ideología influye pero es decisivo saber que no pagarás tu maternidad con una degradación de salario y categoría y que habrá oportunidades para ti. YenEE. UU. las tienes. Y también en esos países que de algún modo han socializado la familia como los escandinavos. Allí, por la otra vía: gracias a una gran intervención del Estado.
¿Y aquí nos ve muy lejos de lograrlo?
Las medidas natalistas por sí solas no son las que deciden a tener hijos, sino la confianza a largo plazo en la prosperidad económica y en que habrá instituciones eficaces que permitirán transformarla en oportunidades de empleo y carrera para las madres.
Veo que la sostenibilidad de las pensiones no se arregla con un cheque bebé.
Para permitir a las mujeres realizar su derecho a ser madres tendríamos que reformar la economía del ladrillo que nos condena a etapas depresivas tras prosperidades concretas. En los dos próximos años, que serán económicamente duros, veremos una caída de nuestra tasa de fertilidad.
¿La gran familia seguirá siendo una película del franquismo?
No para todos. Un efecto del frenazo demográfico es que hay quien se puede permitir más de tres hijos y los exhibe como signo de estatus, como un Rolls, porque saben que hoy tener hijos es un lujo.
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... Porque acceden a los anticonceptivos y el Estado es cada vez más eficaz en sustituir a los hijos como proveedores de seguridad y recursos en la vejez.
Tiene su lógica.
Así, la tasa de fertilidad de un país decrece a medida que aumenta su prosperidad.
Como ha sucedido en el sur de Europa.
Hasta caer, como España o Italia, por debajo de la tasa de reemplazo - la que evita que un país pierda población-(2,1 hijos). En España llegó al 1,1.
Nos quedábamos sin niños.
Ahora ha habido un repunte de nacimientos hasta el 1,3-1,4 por dos factores: la inmigración - más prolífica al principio aunque adopte enseguida la baja fertilidad del país de acogida-y porque muchas españolas posponen hasta el límite su maternidad, pero al final se deciden; en cambio las italianas a cierta edad ya suelen renunciar.
¿La prosperidad siempre aleja a un país de la natalidad?
Cuando los países superan determinado nivel de riqueza, la natalidad vuelve a repuntar. Los países más prósperos y equitativos han logrado invertir esa proporción y, cuanta más riqueza consiguen y mejor repartida, más hijos vuelven a tener.
Por ejemplo...
Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Canadá o los países escandinavos...
¿Por qué vuelven a tener niños?
Porque la prosperidad bien gestionada en un sistema institucional eficiente permite a la mujer tenerlo todo: profesión y maternidad y, además, a una edad biológicamente más conveniente para tener más hijos.
¿Cómo lo consiguen?
En general podemos hablar de dos sistemas: el liberal anglosajón y el escandinavo, que socializa la familia. En Estados Unidos, para empezar, la flexibilidad laboral da más opciones y permite...
Aquí flexibilidad suena muy mal.
Porque "flexibilidad laboral" aquí es el eufemismo del que se abusa para encubrir la precarización laboral y salarial, que son precisamente las que frenan la maternidad.
Es lógico que no quieras ser madre si no tienes un futuro que ofrecer a tu hijo.
Nada disuade más de la maternidad que la inseguridad económica, la falta de confianza en el futuro y el saber que, si dejas tu empleo para ser madre, tendrás que renunciar a tu carrera y tal vez a un trabajo digno.
Pues es lo que sucede aquí y ahora.
Por eso cuando se habla de fomentar la natalidad y se limitan a mencionan los permisos de maternidad o el cheque bebé o las subvenciones, se olvida lo fundamental: ¿qué es lo que nos decide a ser padres?
¿. ..?
La confianza en el sistema económico y las instituciones sustanciado precisamente en la seguridad de las madres de que podrán dejar su carrera, su empleo y volverán a encontrar otro cuando quieran. Y no se trata sólo de pensar en los dos primeros años del bebé, sino en los 18 años, por lo menos, que tu hijo tardará en ser autosuficiente...
¿EE. UU. da esa seguridad?
La flexibilidad laboral permite allí una creación continua de empleo. Cuando una madre abandona su trabajo sabe que encontrará otro cuando quiera. También sabe que encontrará uno a tiempo parcial si lo necesita. Recuerde que en España las leyes laborales del franquismo penalizaron el contrato a tiempo parcial para preservar el estatus del sacrosanto padre de familia.
¿EE. UU. da a todos esa oportunidad?
Entre un cinco y un diez por ciento de la población queda excluida, cierto, pero la gran mayoría se beneficia de ella, como yo.
Cuéntenos su experiencia.
A los 42 años he podido tener un hijo casi universitario y dos adolescentes, porque me he beneficiado del sistema de EE. UU. cuando mis amigas coetáneas catalanas si tienen hijos, es uno y todavía bebé.
EE. UU. es un país muy religioso.
Pero abierto y plural. Yo diría que la ideología influye pero es decisivo saber que no pagarás tu maternidad con una degradación de salario y categoría y que habrá oportunidades para ti. YenEE. UU. las tienes. Y también en esos países que de algún modo han socializado la familia como los escandinavos. Allí, por la otra vía: gracias a una gran intervención del Estado.
¿Y aquí nos ve muy lejos de lograrlo?
Las medidas natalistas por sí solas no son las que deciden a tener hijos, sino la confianza a largo plazo en la prosperidad económica y en que habrá instituciones eficaces que permitirán transformarla en oportunidades de empleo y carrera para las madres.
Veo que la sostenibilidad de las pensiones no se arregla con un cheque bebé.
Para permitir a las mujeres realizar su derecho a ser madres tendríamos que reformar la economía del ladrillo que nos condena a etapas depresivas tras prosperidades concretas. En los dos próximos años, que serán económicamente duros, veremos una caída de nuestra tasa de fertilidad.
¿La gran familia seguirá siendo una película del franquismo?
No para todos. Un efecto del frenazo demográfico es que hay quien se puede permitir más de tres hijos y los exhibe como signo de estatus, como un Rolls, porque saben que hoy tener hijos es un lujo.