Son las 10 de la noches del dia 31 De Diciembre, en un restaurante familiar de un pueblo de Girona, la cocina está en plena efervescencia preparando la cena de fin de año, todo está a punto para servir las mesas. De repente irrumpen dos personas con maletín y ceño adusto.
-¡Inspección de trabajo!, por favor muestren su documentación.
El cocinero, cuatro camareros, y el matrimonio dueño del negocio están en regla, dados de alta en la seguridad social , pero le llega el turno a una señora de casi setenta años que está en la cocina.
-Yo soy la madre del dueño, que he venido a ayudarles en esta noche que es de mucho trabajo-
-Y Ud? pregunta el otro inspector dirigiéndose a un joven de unos veinticinco años que se afana limpiando la cocina-
-Yo soy sobrino del Sr Josep, también he venido esta noche a echarles una mano, pues ellos solos no dan abasto.
Los hombres de negro consultan unos datos por el ordenador, y dirigiéndose a ambos, les dicen.
-Ud, Señora Eulalia, está cobrando dos pensiones, una de viudedad y otra complementaria, dado que ha sido sorprendida trabajando sin estar dada de alta, se le impone una multa de 6.000 Euros, y se le suspende la pensión complementaria.
Y Ud Sr Enric, por trabajar cobrando el subsidio de desempleo, se le suspende la prestación, además de un multa de 6.000 Euros. Los propietarios del negocio son sancionados con una sanción de doce mil Euros por contratar personal sin darle de alta en la seguridad social.
Esta historia no es un cuento, sucedió este treinta y uno de Agosto, en un pequeño hotel situado en el Montseny y se está repitiendo continuamente en todos los ámbitos laborales. No se le ocurra a usted, titular de una pequeña empresa, llevar a su hijo durante unas horas a que tome contacto con el negocio y se familiarice con él, si es sorprendido trabajando en sus instalaciones, será multado salvajemente sin que tenga posibilidad de apelación. Me cuenta el gerente de un pequeño grupo hotelero, que hasta hace unos meses, para bodas y bautizos, contrataban por unas horas a personal del pueblo y de esa manera durante primavera y verano, mucha gente trabajaba los fines de semana atendiendo estos banquetes, pero que tras los últimos acontecimientos e inspecciones salvajes, tuvieron que cerrar el departamento de fiestas y convenciones por miedo a una sanción draconiana como las que últimamente se vienen imponiendo. La solución que les dieron en la inspección de trabajo, fue que debían dar de alta al personal por las horas que trabajaran, y volverlas a dar de baja …¿Creen Ustedes que es kafkiano?, yo también, pero es la pura realidad, el coste de la operación, es superior a lo que pueden producir esas personas, y eso sin contar el despilfarro que supone esa locura burocrática para la administración.
El resultado seis personas al paro, y todos los que durante los fines de semana podían ganarse un dinero, se han quedado sin nada.
¿Con esta política quieren crear empleo?. Incentivar a los inspectores para incoar expedientes, es tan grave como primar a los médicos para que no concedan bajas laborales. La pequeña empresa en este país está agonizando, pero los carroñeros, no esperan a que muera para clavarles los dientes mientras el gobierno y los partidos (todos ellos son culpables) se dedican a pelearse sobre si la crisis son galgos o podencos, cuando en realidad son los cuatro jinetes del apocalipsis, ineptitud, corrupción, prepotencia y ansias de poder.
JUANMAROMO