se extinguió el cielo blanco de nubes
que protegía nuestros besos,
no somos mas dos anónimos amantes
viviendo un invisible romance.
Un trueno inmenso de quimeras
a despedirnos nos urge.
Tus labios se han cerrado como bares en madrugada,
tu risa ya no cae como hielos sobre vasos plenos
y las promesas de amor
no son más que un par de copas sucias
y es entonces que el dolor enardece mi alma.
Me veo recargada sobre el horizonte
como un ave Fénix
y recuerdo tus manos en las tinieblas de mi piel
y sufro,
e invento pecados,
torturas de amor con máscaras y látigos
y vuelvo a ser aquella generosa tierra
–donde tocas florezco–.
Me odio por amarte
por añorar tus húmedos labios,
acudo al recuerdo de tu sexo,
y caigo muerta sobre la cama
por las escaleras muerta ruedo,
vago por los senderos muerta
al mar muerto llego
y muerta me quedo en el fondo del océano.
¿Para qué amarte tanto?
Muchos años perfumé tu cuerpo,
mil espinas feroces quité de tu alma,
desterré febriles lluvias de tus ojos,
y mis caricias se extendieron
como trigo sobre tu piel de aurora.
Cuánta, cuánta lluvia ha caído desde aquella vez
que caminamos al muelle del olvido.
Hoy una brizna de niebla duerme en tus ojos
destruyendo la noche en la eternidad de mis sueños.
LINA ZERÓN