La gran ventaja del audio digital es que se pueden hacer copias exactas de su contenido sin merma de la calidad, cuando la industria discográfica lanzó los CD al mercado no se dieron cuenta de que estaban poniendo los masters a disposición de cualquiera que quisiera copiarlos.
Rápidamente los usuarios aprendieron a copiar con sus ordenadores los discos, el sonido era idéntico al original, y el tiempo de copia era reducidísimo, a la vez, cada copia podía a su vez ser duplicada, con lo cual de cada original, se podían crear series infinitas de copias.
Al principio, el alto precio de las grabadoras y de los soporte, hacían prohibitivo sus uso por el gran público, pero a los pocos años, copiar un CD estaba al alcance de cualquiera. De nada sirvieron los intentos de protección que algunos fabricantes como Sony introdujeron en sus registros, a las pocas horas, ya habían sido crackeados por los hackers.
Apareció el “topmanta”, redes mafiosas que hacían copias industriales de discos y DVD y los distribuían en la calle mediante personas “sin papeles” que eran explotadas por un lado y perseguidas por la policía por otro, pero lo peor estaba aún por llegar.
La eclosión del ADSL con tarifa plana, permitió a los usuarios, estar conectado las 24 horas, y el aumento de la velocidad, permitían bajar un CD en unos minutos, las redes P2P llegaban al gran público. Este sistema permite que millones de usuarios en todo el mundo compartan su música y sus películas a coste cero. ¿Quién quiere pagar 12 Euros por un disco cuando puede tenerlo gratis?. Las discográficas ven como sus ventas caen en picado, y la S.G.A.E. arremete contra los internautas con tal saña que se gana la animadversión de todos los usuarios, la parte de razón que tenían en sus reivindicaciones, la pierden por los modos y formas con que las exigen. Estamos en el principio del fin.