Hace unos meses que me acuciaban los problemas, la empresa iba de mal en peor, había sufrido pérdidas familiares y tenía la moral por los suelos. Para paliar los problemas económicos, decidí conseguir una baja de larga duración y la mejor manera de conseguirla era fingir una depresión, así que me puse manos a la obra.
Estudié tratados médicos y psicológicos, leí relatos de personas con síndrome depresivo agudo, me preparé el tema a conciencia y acudí al médico de cabecera.
La puesta en escena estaba bien preparada, dos días sin afeitarme, aspecto descuidado y un poco antes de entrar, acelerar la respiración para provocas sudoración y taquicardia, la visita fue breve ya salí con la baja en la mano y una larga receta, que lógicamente ni siquiera compré. La segunda visita fue de trámite, acentué los síntomas y conseguí que me derivara a psiquiatría.
La visita al psiquiatra era más comprometida, media hora antes, me concentré para que la representación fuera creíble, le conté toda mi problemática corregida y aumentada, incluso conseguí llorar de una manera creíble, el premio fue otra larga receta y una cita para el mes siguiente. La receta fue a parar a la papelera y yo empecé a cobrar el subsidio por enfermedad, aunque lógicamente, seguí trabajando.
Al cabo de un mes, acudí a la visita con la idea de conseguir como mínimo seis meses de baja, estudié los efectos de los ansiolíticos recetados, me concentré en el papel, hasta conseguir un aspecto verdaderamente preocupante. Cuando entré al consultorio, me encontré una sorpresa, había también otro médico, al que se me presentó como psicólogo, me olía una encerrona, así que exageré la representación e incluso la adorné con un par de tentaciones de suicidio, el psicólogo apuntaba en una libreta y me miraba con gesto preocupado, me recetó otra tanda, pero esta vez me dijo que si en una semana no mejoraba drásticamente, le visitara de urgencia.
Salí del consultorio, llegué a casa y me aseé convenientemente, la verdad es que la imagen que me devolvía el espejo era preocupante, ¡realmente era un gran actor!.
A la semana siguiente, me desperté en urgencias, tenía un aspecto deplorable, me asistieron de inmediato e intentaron tranquilizarme, una enfermera me inyectó en vena, a los pocos minutos, en plena conversación, perdí el conocimiento.
Escribo esta nota desde el psiquiátrico de Sant Boi, llevo dos meses internado y duermo a base de sedantes, me mantienen aislado, me han retirado cualquier objeto con el que pueda lastimarme y la ventana está protegida con barrotes.
He intentado convencerles de que todo era una farsa, que solamente era un medio para cobrar la baja, pero no ha servido de nada, dicen que mi problema es muy grave y que debo permanecer unos meses hasta recuperarme, estoy totalmente aislado y solo se me permite unas horas de visita a la semana.
Hoy he conseguido escribir esta nota en papel higiénico e intentaré pasársela a Gloria este fin de semana, no sé lo que me está sucediendo, pero creo que me estoy volviendo loco.
JUANMAROMO