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sábado, 24 de marzo de 2012
VIAJE SIN RETORNO
domingo, 17 de julio de 2011
EL ÚLTIMO DERRAPE
jueves, 16 de diciembre de 2010
DESTINO
Ardía en ganas de llegar a su callejón, aquél hogar que le había acogido hacía ya más de un año. Le engarbaban profundos deseos de refugiarse entre sus cartones, en su hueco particular rodeado de contendedores de basura. Sentía necesidad de cobijarse en aquél rincón y de amarrarse de nuevo al cuello de otra botella de vino y tragar aquella roja pócima para mantener así su pasado reciente en un lejano olvido. El camino se le estaba haciendo largo ... en realidad, su aislamiento mental había hecho que doblara la esquina un par de calles antes de la indicada. Así que cuando se dio cuenta del error tuvo que desandar y volver andar muchos metros. Antes de llegar, un pequeño establecimiento acristalado en cuyo escaparate lucían complementos y productos esotéricos le llamó la atención y pegó su nariz en el cristal. Observó a una mujer exuberante brindando su atractiva sonrisa a un cliente que había demandado su atención mientras tomaba su mano para según parecía desde fuera .... leer su pasado, presente o futuro.
Aquello le hizo recordar contra su voluntad. Y la película donde se marcó su destino, ese negro destino que se había establecido en su vida comenzó a proyectarse en aquel mismo escaparate.
El principio del fin comenzó en aquella fiesta de disfraces de fin de año. Un cotillón programado a la una de la madrugada y que organizó su jefe de departamento, su superior inmediato, en el mismo edificio donde trabajaban. Probablemente, para limar asperezas imposibles de restaurar, sobre todo con él mismo, al fin y al cabo, habían ejercido de rivales en la lucha por conseguir el cargo que aquél superior ocupaba y que consiguió echando mano de alguna maniobra un tanto oscura. Fue curioso, el anfitrión no asistió a la fiesta que él mismo había preparado.
A su esposa no le atrajo la idea de ir a aquél evento. Los dos últimos años, su vida conyugal se había deteriorado. Los problemas entre ambos habían ido quedando en el aire acumulándose para luego esparcer su arena por cada zona de la relación. A los ojos de los demás aparentaban ser una familia feliz y en el fondo, su pareja aun tenía fe en que la relación sanara. Decició marcharse solo pese al malestar que causó su salida en su esposa, en sus hijos y en el resto de familia reunida aquella noche.
Podía adivinar detrás de sus atuendos a todos aquellos amigos y compañeros de trabajo que asistieron, todavía podía visualizarlo .... Se veía así mismo con su disfraz de bucanero a lo Jonny Deep en Piratas del Caribe. Y en medio del ruidoso barullo de gente, risas, bailes, brindis ..... estaba aquella preciosidad a la que no podía reconocer, embutida en un traje de adivina de alto standing. Pensó que sería familiar o amiga de alguno de sus compañeros pero por más que preguntó, nadie pudo aclarar su duda, nadie la conocía. El juego comenzó muy pronto, un juego peligroso que hizo saltar las primeras chispas con miradas constantes y sonrisas provocadoras. El, nunca había sido infiel pero aquella noche .... estaba deseando estrenarse pisando por primera vez en el terreno de la infidelidad. Notaba como su ego se iba alimentando al comprobar que a sus 47 seguía atrayendo a las mujeres y además .... ¡¡ qué mujeres !!.
Cuando la madrugada tenía el tiempo en sus manos y el alcohol había emborrachado la sangre de sus venas, ella, rebosante de sensualidad prendió el fuego haciendo honor a su disfraz de adivina divina. Tomó su mano sin permiso y entre risas y provocación se dispuso a leer su destino. Burlándose de la situación y deseosa de que el fuego comenzara a arder arrancó diciendo: "Oh, lo siento, tu futuro ..... tu futuro se ve oscuro, vas a perder a tu familia, perderás tu trabajo ..." pero él no la dejó continuar y mientras se acercaba para darle ese primer beso le dijo ..." dime que me voy a perder contigo ".
El cortometraje pareció cortarse. No quería recordar el abrazo definitivo del fuego aunque hubiera sido en su momento un deseo satisfecho repleto de placer.
Durante un tiempo, tuvieron encuentros furtivos. Ella seguía siendo la dama misteriosa. Nada sabía acerca de su vida, pese a que siguió indagando entre los compañeros de oficina. Tan sólo conocía su nombre y no confiaba en que fuera el verdadero. Pero a él le bastaba, no le importaba acostarse con una desconocida. La relación que tenía con aquella mujer era realmente un misterio lleno de pasión y erotismo.
La primera quemadura levantó ampolla cuando su esposa se enteró de la aventura del infiel. Lejos de resolver sus diferencias de pareja, aquello terminó con la relación. A él, la separación no fue lo que más le preocupó, estaba claro que los últimos años habían sido muy problemáticos y si no hubiera sido por sus hijos hubieran llegado al mismo final hacía mucho tiempo. Lo que realmente apuñaló su corazón fueros los niños, cuya edad les había permitdo entender lo que había sucedido y la rabia ante el sufrimiento de la madre y la traición del padre, les mantuvo psicológicamente alejados de él. Aunque el régimen de visitas les obligara a compartir con su padre parte de sus vidas, el tiempo que pasaban juntos estuvo falto de cariño por parte de ellos y vestido de malas caras y pocas palabras siempre repletas de reproches.
Poco tiempo después, el descubrimiento de la identidad de su amante adivina provocó la segunda ampolla. Debía ir al trabajo una hora antes. Una reunión en la oficina fue la culpable de que su despertador alarmara con más antelación de la normal. Cuando entró en el despacho del jefe, la expresión de su rostro esbozó una muesca de temor. Empalideció en un instante y aunque quiso pronunciar palabra sus labios inmóviles se lo impidieron. Allí estaba ella, su apasionada y erótica compañera sexual.
" No hace falta que te presente a mi esposa ..., creo que ya os conocéis, y además bastante bien por lo que me ha contado " - le dijo su superior con voz firme pero relajada. Por razones más simples o sin razones mucha gente perdía su empleo cada día ...
Después de un tiempo de adversidades, de ir tirando de malas maneras o como pudo ..... ahí estaba, con hijos mayores de edad que ya no querían saber nada de él, sin trabajo y sin un techo bajo el que cobijarse.
Las lágrimas asomaron por sus ojos, aquello que tanto trataba de olvidar volvió a recordarle que le aguardaban unos cuántos tragos para fomentar la amnesia en su mente cinéfila y en su corazón herido.
Esperó la salida del individuo que cataba los signos de su sino en el establecimiento y cuando cruzó al exterior le preguntó: ¡ qué, como va a ser su futuro !!!. ¡¡¡¡ Y.... a usted que le importa !!! contestó el hombre.
Ante aquella respuesta dio media vuelta y anduvo los cuatro pasos que le separaban de su callejón. De rrepente justo cuando iba a cruzar el umbral pudo escuchar ... "oscuro, dice que oscuro". Se giró de nuevo y dirigiéndose a aquél hombre espetó: " pues un consejo le doy no sea infiel y si lo es ... al menos mire con quien "
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jueves, 11 de noviembre de 2010
LA IMPOTENCIA
Huir no sirve de nada. Lanzar piedras al cielo y esperar que Dios abra su puerta y le mire airado , tampoco le disuelve el miedo.
Cuando la impotencia encuentra camino en el corazón de un hombre y la certidumbre de que los cielos están vacíos le resulta tan dolorosa como cualquier tipo de renuncia, el hombre sabe que debe levantarse, meter la cabeza bajo el grifo de agua fría, pasar unos instantes delante del espejo, mesarse los cabellos, hablar a tontas y a locas , caminar de un lado a otro y contar sus pasos para no pensar en nada.
¡ No-pensar-en -nada! El hombre tiene los pies fríos. Ni siquiera sabe quién es . Comerá letras del cuadro de los acontecimientos; se tenderá en el sofá, echará nuevamente una cabezadita, esperará la llamada de algún amigo pidiendo que le confirme la inmisericordia de la noticia y mientras suena el teléfono notará que alguien palpa el cojín que le sirve de almohada y le importará un bledo.
No abrirá los ojos ,no tendrá miedo de morir . Durante mucho tiempo ha tenido miedo a la muerte, ese pensamiento turbador lo martirizaba. Pero ahora no, ahora desea no seguir existiendo. Ha perdido cualquier espanto ,porque la nada es menos absurda que seguir viviendo sin poder hacer NADA.
jueves, 7 de octubre de 2010
HAGAMOS UN TRATO.
"Hagamos un trato", le dijo ella, "si tú me das una vida larga yo a cambio te prometo aprovechar todos y cada uno de los días de mi vida". Ella supo, aunque no recibiera ninguna señal de la otra parte, que el trato estaba hecho. y cumplió su parte del trato.
Tenía unos cinco años cuando hizo el trato. Era la menor de cuatro hermanos. Sus padres se dedicaban al vino, tenían un par de viñas que les permitían malvivir. Pero llegaron varios años de malas cosechas y las cosas fueron a peor, vendieron una viña y pudieron mal comer un par de meses, luego tuvo que venderse la otra, y pudieron mal comer un mes. El padre, buscando un dinero que no encontraba en el campo, se hizo guardia civil, y fue destinado a Oyón, cerca de Logroño. Pero el jornal tampoco era suficiente para una familia de 6 individuos y los dos hermanos mayores abandonaron su mundo e ingresaron en un monasterio él, en un convento ella. Ella por su parte, junto a su otra hermana, se quedaron en la casa familiar, ayudando en las viñas de otros más afortunados que ellos cuando hacía falta y en la casa todos los días.
Pasaron los años y a pesar de tener pretendientes ninguno la satisfacía así que un día antes de acostarse dijo "hagamos un trato, tú me encuentras un buen hombre y a cambio yo prometo dar un hijo a tu iglesia". Al día siguiente un nuevo guardia civil se presentó en el cuartel. Nada más verle supo que su trato había sido aceptado. No era guapo, tampoco feo, más bien serio y reservado, y era para ella. Alguna otra mujer, mujerzuela diría ella, trató de quitárselo, incluso una vez persiguió a una de ellas, la más fulana de todas diría ella, con la pistola de su padre. Nadie sabe que hubiera pasado si la pistola hubiera estado cargada. Al final, el chico reservado se atrevió a pedir su mano, y el padre, quizá por miedo al genio de ella, quizá por amor a ella, se la dio. Se prometieron y decidieron casarse un año más tarde, cuando tuvieran suficientes ahorros, pero un gallego tenía otros planes para ellos y para el resto del país. Se declaró la Guerra Civil. A su hermano lo sacaron del monasterio, le cambiaron el crucifijo por un fusil y lo mandaron a Madrid. A su prometido le mandaron a combatir a la República. "Hagamos un trato", dijo ella, "tú me los devuelves sanos y salvos y yo te doy otro hijo". Los dos volvieron, uno de ellos de vuelta al monasterio, el otro a su cama.
Hastiado de los horrores de la guerra, de las matanzas, asesinatos y abusos posteriores, su marido abandonó el uniforme y con el dinero ahorrado compraron viñas en el pueblo natal de él, donde las tierras y las vides eran de las mejores de la comarca. Y llegaron los hijos, a la primera la llamaron como a su hermana mayor, ya monja en un convento en los alrededores de Bilbao. Puede que el último trato fuera tomado al pie de la letra, puede que fuera la fatalidad, en cualquier caso la siguiente murió a los pocos días de nacer. Se lloró en la casa por la niña apenas conocida pero poco, no había tiempo para ello, había bocas que alimentar, viñas que trabajar. Posteriormente vinieron tres niñas más. Los chistes eran constantes en el pueblo sobre la cantidad de mujeres que había en su casa, "hay más rajas en tu casa que en las paredes de mi casa" se oía decir en la taberna. Pero él callaba, agarrado a su vaso de vino, y cuándo era necesario también daba sus pinchazos. La vida era dura en aquellos tiempos de miseria y hambre. Para poder alimentar a su mujer e hijas, él tuvo que ser el peón de los terratenientes locales y sólo los domingos le quedaba libre para trabajar en sus viñas. Tenía que escabullirse de madrugada para que el cura no le viese y volvía a la hora de la siesta. Pero como nada escapa a los ojos del Señor un día el cura le pilló, sudado y manchado con la azada al hombro. "¿No sabes que está prohibido trabajar los domingos?, es el día que Dios descansó". El hombre dejó la azada en el suelo, y le respondió, "como diría mi mujer, hagamos un trato, usted se encarga de que Dios alimente a mi familia y yo descanso el Domingo", a lo que el cura sólo pudo responder, "si te vuelvo a ver, tendré que denunciarte a la Guardia Civil". Desde ese día, Dios guió los pasos del cura por otros caminos, o eso diría ella. Cuando la hija mayor tuvo la edad suficiente entró de sirvienta en la casa de los más ricos del pueblo, y todas las semanas daba su paga, y alguna que otra sobra de la mesa que recogía, a su madre. La siguiente, por mediación de su tía monja, fue internada en un colegio de monjas y acabó convirtiéndose ella misma en una de ellas, cumpliéndose con ello el trato sellado varios años antes. Las tres pequeñas siguieron en el colegio del pueblo, llenando la casa de risas, y de vez en cuando de lloros.
Entre alegrías, penurias, risas y lloros, los años se fueron dejando atrás, aparecieron los novios y más tarde los maridos, y con ellos se fueron las hijas y llegaron los nietos. De nuevo la casa se llenó de pañales, biberones, peleas entre niños, y risas infantiles. Todos los veranos las hijas venían a pasar unos días con sus padres, algunas dejaban a los hijos los meses de vacaciones. Los niños iban y venían dejando tras de ellos puertas abiertas por las que entraba el calor y se escapaba el frescor y el grito del abuelo "esa puerta... Ya verás cuando te coja". Un día a ella le tocó ir al médico, el cual le dijo ""tiene usted una edad ya avanzada por ello es recomendable que deje de beber vino, quítese la sal de las comidas y tenga cuidado con el colesterol", a lo que, mirándole a los ojos, le respondió, "la vida sin un trago de vino, un poco de sal y una guindillita que de sabor a las comidas, ni es vida ni es nada, así que, si no le importa, hagamos un trato, yo seguiré tomando un poco de vino y echando un poco de sal a las comidas y a cambio entre los dos nos ocupamos del colesterol." El médico no tuvo otra opción que aceptar el trato. Los nietos, entre trago y trago de vino de los abuelos, fueron creciendo y también ante ellos aparecieron los novios y las novias. En la boda de una de ellos algo se rompió en la cabeza del hombre serio y taciturno que junto con su mujer había creado esa familia. Ella, cerrando los ojos dijo, "hagamos un trato, si dejas que se quede conmigo unos años más a cambio prometo no maldecirte cuando te lo lleves para siempre". Puede que por miedo a su genio, puede que por su amor a ella, el trato quedo aceptado. El vivió cinco años más, aunque día a día su mente iba perdiendo facultades. Un día él, que se había enfrentado a la cárcel por ellas, empezó a olvidar los nombres de su mujer y de sus hijas, poco después él, que ni en los días más calurosos con la espalda baldada de tanto doblarse para quitar las malas hierbas había soltado un joder, empezó a insultar a presentes y ausentes, días más tarde él, que la única ayuda que había necesitado era la de su mujer, empezó a perder el control de su cuerpo. Durante los cinco años siguientes, ella sola al principio, después con la ayuda de alguna de sus hijas, le cuidó como había hecho toda su vida y nadie puede decir que ella maldijese su mala suerte ni una sola vez. Pasaron los años, y en una cama de hospital rodeado de su mujer e hijas el hombre serio y taciturno se fue como había vivido, tranquilo y sin hacer ruido. Ella lloró porque algo dentro suyo había sido perdido para siempre.
Dos años más tarde, paseando por los caminos de su pueblo, empezó a quejarse del dolor en una pierna. Preocupados, su yerno la llevó al hospital más cercano. Su estado iba empeorando poco a poco, perdió la autoridad sobre sus extremidades, y los órganos internos iban poco a poco perdiendo el interés por seguir trabajando. Los médicos y enfermeras miraban a los familiares y en voz baja decían "no quedan más que horas, días a lo sumo, para que se vaya". En su sueño comatoso, ella se dirigió a él por última vez, "hagamos un trato, deja que vea el futuro de mi familia y a cambio no iré a quejarme ante ti cuando llegue mi hora." Al día siguiente, abrió los ojos, y miró a su familia. Día a día volvió a tomar control de su cuerpo y de su vida. La recuperación no fue milagrosa, fueron varios los meses los que tardó en volver a acercarse a lo que había sido. El médico cuando veía una botella de vino no podía evitar sonreír. Los nietos le dieron bisnietas, y ella, sin responsabilidades por primera vez en la vida, jugaba con ellas, les hacía ropa de encaje y disfrutaba de la vida, como había hecho siempre. Dos años más tarde, murió, tranquila y sonriente y nadie entendió el significado de sus últimas palabras, "has cumplido tu parte del trato."
sábado, 2 de octubre de 2010
EL REGALO DE LAS MUSAS
miércoles, 24 de marzo de 2010
LA VIDA DE LOS HELECHOS
sábado, 31 de octubre de 2009
EL AMOR ES MÁS PODEROSO QUE LA MUERTE
Llevaban cincuenta años juntos, medio siglo de amor compartiendo penas y alegrías, ayudándose mutuamente, pero ahora se acercaba el final del camino.
Esa misma tarde, el galeno había visitado a Ibrahim, que estaba gravemente enfermo y con un gesto adusto, se había dirigido a Fátima.
-De esta noche no pasa, su corazón no aguantará más de unas horas-
y con la tristeza en el rostro, se alejó de aquella casa a la que había asistido durante años como médico de cabecera.
Fátima saco una cadena del armario, unió su brazo con el de su esposo cerrándola con un candado, y arrojó las llaves por la ventana.
A media noche, llegó el ángel de la muerte.
-Apártate mujer, vengo a llevarme a tu marido-
- Lo sé, pero no le dejaré solo, llévame con él-
-Lo siento, pero Alá solo me permite llevar a quien me muestra el destino, y a ti aún no te llegó la hora-
-Pues tendrás que llevarnos a ambos o a ninguno- respondió la mujer- Esta cadena nos unirá para siempre porque destruí la llave-
El ángel se quedó pensativo y tras unos intantes de meditación respondió.
-No puedo llevarme a los dos, porque aún te queda un largo camino, pero sí puedo dejarle a él a tu lado hasta que vuelva a buscarte, podría fundir esa cadena con un soplo, pero ni yo podría separar vuestro amor, y tal como vino, desapareció en la oscuridad de la noche.
Al día siguiente en Bagdad no se hablaba de otra cosa.
-¡Realmente ha sido un milagro, ayer estaba prácticamente muerto, y esta mañana ha amanecido totalmente sano y como diez años más joven!-
Pasaron los tiempos y una noche el ángel volvió a recogerlos. Los encontró abrazados en el lecho con las manos entrelazadas, la sonrisa en los labios, y la luz en la mirada.
JUANMAROMO
sábado, 29 de agosto de 2009
ALGO ESTÁ SUCEDIENDO
Como cada dia, me levanté a las siete, me duché y tomé el desayuno a toda prisa, bajé al parking y me introduje en el coche.
–“ Codigo incorrecto”- me contestó el antirrobo.
- Se habrá desprogramado la llave, pensé- cogeré el metro.
Llego deprisa y corriendo a la estación, introduzco el microchip en la máquina expendedora y el mensaje me deja perplejo – Tarjeta no valida. Diríjase a su oficina bancaria.
¡Bueno, a eso le llamo empezar el día con buen pié!, saco un billete de un solo viaje y me dirijo a mi trabajo. Cuando llego es ya muy tarde, pero ya se sabe que los jefes siempre tenemos algo que nos justifica, acerco mi ojo al lector de iris, pero increíblemente no me reconoce.
Yo mismo cree el programa de seguridad y sé que es de la máxima seguridad. La documentación que custodiamos en nuestros equipos está catalogada y solo una élite tenemos acceso a ella, es imposible que le lector no me reconozca, además hay tres copias de seguridad de la huella , y no pueden borrarse las tres.
Introduzco mi llave codificada y apoyo mi dedo pulgar en el lector de huellas, de repente salta la alarma y las sirenas empiezan a ulular desesperadamente, tengo que huir inmediatamente antes de que el recinto se cierre, por suerte, conozco una salida secreta y puedo escapar antes de que me alcancen los perros.
Inexplicablemente el comunicador biónico se niega a conectar y empiezo a sentir pánico. Me dirijo a mi oficina bancaria, introduzco el código y mis huellas pero no responde, algo inexplicable está sucediendo. Salgo a la calle de nuevo y la gente pasa a mi lado sin mirarme, la deshumanización de las gran ciudad se hace irrespirable por momentos. Regreso a casa y recurro a la vieja llave mecánica, ya que el sistema de detección no me reconoce.
Enciendo el comunicador e introduzco mi clave, -Numero incorrecto, inténtelo de nuevo- desesperado, bajo las escaleras a toda prisa , a mi alrededor, la gente continua circulando, pero un silencio sepulcral lo envuelve todo, caminan como zombis, en silencio, sin mirarse, intento detener a un transeunte, pero sigue su camino ignorándome, y el cielo permanece negro a pesar de que son casi las once.
Me dirijo ya sin aliento a uno de los pocos quioscos expendedores de periódicos que quedan en la metrópolis, introduzco una moneda, y la impresora ronronea un instante, abro la portada y entonces lo comprendo todo.
ESTA MADRUGADA HA SIDO DESTRUIDA EN UN ATENTADO LA CENTRAL NUCLEAR DE NEKSVILLE, LA CIUDAD SITUADA A APENAS 100KM, HA QUEDADO TOTALMENTE AISLADA Y ENVUELTA POR LA NUBE RADIOACTIVA, NO SE ESPERAN SUPERVIVIENTES…
Juanmaromo.
viernes, 14 de agosto de 2009
EL FANTASMA DE LAS TERMAS ORIÓN
EL FANTASMA DEL BALNEARIO
El espíritu de un antiguo cliente de las termas Orión volvió, al cabo de los años, al balneario donde veraneaba
Reanudamos, tras la pausa veraniega, nuestro recorrido por las leyendas de las comarcas de Girona. Nos habíamos quedado en Santa Coloma de Farners, con algunas leyendas sobre las aguas termales. Pues bien, la época de oro de los balnearios fue vivida con total intensidad por las termas Orión de esa localidad. En aquellos años felices, las décadas de los veinte y treinta, era costumbre de la burguesía, especialmente la barcelonesa, desplazarse hasta los centros de aguas termales de las comarcas para disfrutar de unos días de cuidados y de los beneficios de las aguas.
Este era el caso del cliente más asiduo de las termas Orión. Era un hombre ya mayor, que acudía al establecimiento casi desde que se inauguró y que sentía un cariño especial por el edificio en sí y por las personas que en él trabajaban o pasaban unos días de descanso. El buen hombre era conocido y respetado por todos, puesto que era una persona tranquila y sociable, perfectamente acorde con el carácter apacible de un balneario.
En cuanto podía, el burgués se acercaba a las termas y disfrutaba de unos días de baños, paseos, masajes y curas de todo tipo. Soltero, era feliz en el balneario, donde podía olvidarse de las preocupaciones que le comportaba el negocio familiar que regentaba en Barcelona.
Pero, desgraciadamente, la edad de oro de los balnearios llegó a su fin y, pasada la guerra, una grave decadencia afectó a todos los centros termales que hasta el momento habían disfrutado de una salud envidiable, tanto por los beneficios que sus aguas reportaban a los clientes como por los que se plasmaban en la buena marcha del negocio.
Las termas Orión no quedaron al margen de tal declive, y tuvieron también que cerrar, para tristeza de los clientes habituales, especialmente el señor de Barcelona, que nunca más fue el mismo. Sin la bondad del agua de Santa Coloma y la compañía de sus gentes, se entristeció, cayó enfermo y finalmente murió.
Pasados unos años, el bonito edificio que había albergado las termas era ya un espectro de lo que una vez fue. Las fachadas degradadas, los jardines descuidados, todo daba la impresión de que el edificio llevaba años abandonado, como así era. Las termas se convirtieron en lugar de juegos de los jóvenes del pueblo, que se adentraban en el gran edificio contando historias sobre hechos extraños acaecidos allí.
Fueron estos chicos los que un día vieron la silueta de un hombre mayor paseando por las dependencias del balneario. Al describir los muchachos la apariencia del fantasma a sus familiares más viejos, nadie dudó acerca de la verdadera personalidad de la aparición: se trataba del comerciante barcelonés, que había salido de su descanso eterno para regresar a su añorado y querido balneario.
Sin embargo, desde que las termas Orión vuelven a estar llenas de vida y en pleno funcionamiento, nunca más se ha visto a ningún fantasma en sus dependencias, quizá sea porque el barcelonés ha retornado a su descanso, contento por volver a ver su lugar preferido lleno de vida otra vez.
lunes, 13 de julio de 2009
BRUJAS Y LOBOS
BRUJAS Y LOBOS
Escrito por: transbadal el 10 Jul 2009 - URL Permanente
Las brujas, aquellos seres que abundan en los cuentos de la infancia, aparecían enmis sueños vestidas de negro,con una verruga en la nariz y una escuálida escoba que siempre me pareció el más débil medio de transporte.
Pero a medida que pasa el tiempo, aparecen brujas más modernas, las brujas chicas, las viejas brujas, las brujitas, etc. También aparecen los brujos, pero son más escasos por cuanto el campo ocupacional es bastante sexista. En su defecto, aparecen los lobos comorepresentación de la masculinidad. Estos consumen como dulces manjares las carnitas tiernas de niños, cabritillos o cerditos. Siempre acechan a la vuelta del camino del bosque y son los que se disfrazan de corderos para darse los festines más audaces.
Son estos mismos lobos los que recorren las calles de pueblos y ciudades, sólo que ahora visten de jeans, trajes de paño fino entre otras alternativas de disfraces. Lobitos con más años, lobitos con pocos años, lobitos instruidos y también lobitos muy instintivos...
Los lobos y las brujas. He aquí el asunto. Pero qué ocurre si estos dos personajes comparten una misma historia?
Si un lobo seduce a una bruja, ésta sabe que él tiene puesto su disfraz de cordero, por lo tanto se va con cuidado y piensa en cómo poder trasquilarlo. En cambio el lobo, muy astuto, omite la verruga en la nariz de la bruja y piensa: "todas son iguales. Me haré el tonto y la haré chuletas en un dos por tres". Es así entonces que mientras dura ese momento de encantamiento entre los dos personajes, se derraman flores por el aire y el mundo gira, gira como si fuera el más grande corazón.
Por otro lado, si la bruja seduce al lobo, también escondedetrás del maquillaje, sus intenciones y la verruga desproporcionada. Se va con pie de plomo, sabe que este animal es puro instinto, pero que lo disimula muy bien, parapetándose detrás de un aire de intelectualidad. Entonces el lobo conversa, en sus caminatas por la selva de cemento, de política, de proyectos futuros, hasta de poesía. Trata con dulzura a la brujita y esconde bien sus colmillos. Ella mansamente le hace creer que él domina la situación. El lobo se la cree. La brujita en tanto, teje. El lobito se apasiona, la brujita sigue tejiendo. El lobito quiere mostrarse como es, pero lleva puesto el disfraz de oveja y se acalora... la bruja teje con el pensamiento...
Finalmente, cuando ya no hay nada más que decir, la brujis mira con profundos ojos brujos a su lobo y decide no tejer más redes... el lobo queda libre... y una vez más se creyó el cuento.
Y colorín colorado, este cuento muchas veces ha comenzado.
ZULEMA RETAMAL
martes, 7 de julio de 2009
EL PESCADORCITO DE URASHIMA
Cuando era niño, tenia un libro de cuentos que leia y relia hasta aprendérmelo de memoria, habia un cuento en especial que me atraia, y a la vez me daba miedo, era demasiado pequeño para entenderlo, ahora que soy mayor, su mensaje me da más miedo todavia.
Vivía muchísimo tiempo hace, en la costa del
mar del Japón, un pescadorcito llamado Urashima,
amable muchacho, y muy listo con la caña y el anzuelo.
Cierto día salió a pescar en su barca; pero en vez
de coger un pez, ¿qué piensas que cogió? Pues bien:
cogió una grande tortuga con una concha muy recia
y una cara vieja, arrugada y fea, y un rabillo muy
raro. Bueno será que sepas una cosa, que sin duda
no sabes, y es que las tortugas viven mil años: al
menos las japonesas los viven.
Urashima, que no lo ignoraba. dijo para sí: «Un
pez me sabrá tan bien para la comida y quizá mejor
que la tortuga. ¿Para qué de he matar a este pobrecito
animal y privarle de que viva aún novecientos
noventa y nueve años? No, no quiero ser tan cruel.
Seguro estoy de que mi madre aprobará lo que ha
go.»Y, en efecto, echó la tortuga de nuevo en la
mar.
Poco después aconteció que Urashima se quedó
dormido en su barca. Era tiempo muy caluroso de
verano, cuando casi nadie se resiste al mediodía a
echar una siesta.
Apenas se durmió, salió del seno de las olas una
hermosa dama que entró en la barca y dijo:
-Yo soy la hija del dios del mar y vivo con mi
padre en el Palacio del Dragón, allende los mares.
No fue tortuga la que pescaste poco ha y tan generosamente
pusiste de nuevo en el agua en vez de
matarla. Era yo misma, enviada por mi padre, el
dios del mar, para ver si tú eras bueno o malo. Ahora,
como ya sabemos que eres bueno, un excelente
muchacho, que repugna toda crueldad, he venido
para llevarte conmigo. Si quieres, nos casaremos y
viviremos felizmente juntos, más de mil años, en el
Palacio del Dragón, allende los mares azules.
Tomó entonces Urashima un remo y la princesa
marina otro; y remaron, remaron, hasta arribar por
último al Palacio del Dragón, donde el dios de la
mar vivía e imperaba, como rey, sobre todos los
dragones, tortugas y peces. ¡Oh, qué sitio tan ameno
era aquél! Los muros del Palacio eran de coral; los
árboles tenían esmeraldas por hojas, y rubíes por
fruta; las escamas de los peces eran plata, y las colas
de los dragones, oro. Piensa en todo lo más bonito,
primoroso y luciente que viste en tu vida, ponlo
junto, y tal vez concebirás entonces lo que el Palacio
parecía. Y todo ello pertenecía a Urashima. Y ¿cómo
no, si era el yerno del dios de la mar y el marido
de la adorable princesa?
Allí vivieron dichosos más de tres años, paseando
todos los días por entre aquellos árboles con
hojas de esmeraldas y frutas de rubíes.
Pero una mañana dijo Urashima a su mujer:
-Muy contento y satisfecho estoy aquí. Necesito,
no obstante, volver a mi casa y ver a mi padre, a mi
madre, a mis hermanos y a mis hermanas. Déjame ir
por poco tiempo y pronto volveré. -No gusto de
que te vayas -contestó ella-. Mucho temo que te suceda
algo terrible; pero vete, pues así lo deseas y no
se puede evitar. Toma, con todo, esta caja, y cuida
mucho no abrirla. Si la abres a pesar de mi advertencia,
no lograrás nunca volver a verme.
Prometió Urashima tener mucho cuidado con la
caja y no abrirla por nada del mundo. Luego entró
en su barca, navegó mucho, y al fin desembarcó en
la costa de su país natal.
Pero ¿qué había ocurrido durante su ausencia?
¿Dónde estaba la choza de su padre? ¿Qué había
sido de la aldea en que solía vivir? Las montañas,
por cierto, estaban allí como antes; pero los árboles
habían sido cortados. El arroyuelo, que corría junto
a la choza de su padre, seguía corriendo, pero ya no
iban allí mujeres a lavar la ropa como antes. Portentoso
era que todo hubiese cambiado de tal suerte
en sólo tres años.
Acertó entonces a pasar un hombre por allí cerca
y Urashima le preguntó;- ¿Puedes decirme, te
ruego, dónde está la choza de Urashima, que se hallaba
aquí antes?
El hombre contestó: -¿Urashima? ¿Cómo preguntas
por él, si hace cuatrocientas años que desapareció
pescando? Su padre, su madre, sus
hermanos, los nietos de sus hermanos, ha siglos que
murieron. Esa es una historia muy antigua. Loco
debes de estar cuando buscas aún la tal choza. Hace
centenares de años que era escombros.
De súbito acudió a la mente de Urashima la idea
de que el Palacio del Dragón, allende los mares, con
sus muros de coral y su fruta de rubíes, y sus dragones
con colas de oro, había de ser parte del país de
las hadas, donde un día es más largo que un año en
este mundo, y que sus tres años en compañía de la
princesa habían sido cuatrocientos. De nada le valía,
pues, permanecer ya en su tierra, donde todos sus
parientes y amigos habían muerto y donde hasta su
propia aldea había desaparecido.
Con gran precipitación y atolondramiento pensó
entonces Urashima en volverse con su mujer, allende
los mares. Pero ¿cuál era el rumbo que debía seguir'.'
¿Quién se lo marcaría?
-Tal vez -caviló- si abro la caja que ella me dio,
descubra el secreto y. el camino que busco.
Así desobedeció las órdenes que le había dado la
princesa, o bien no las recordó en aquél momento,
por lo trastornado que estaba.
Como quiera que fuese, Urashima abrió la caja.
¿Y qué piensas que salió de allí? Salió una nube
blanca. que se fue flotando sobre el mar. Gritaba él
en balde a la nube que se parase. Entonces recordó
con tristeza lo que su mujer le había dicho de que,
después de haber abierto la caja, no habría ya medio
de que volviese al Palacio del dios de la mar.
Pronto ya no pudo Urashima ni gritar, ni correr
hacia la playa en pos de la nube.
De repente, sus cabellos se pusieron blancos
como la nieve, su rostro se cubrió de arrugas, y sus
espaldas se encorvaron como las de un hombre decrépito.
Después le faltó el aliento. Y, al fin, cayó
muerto en la playa..
¡Pobre Urashima! Murió por atolondrado y desobediente.
Si hubiera hecho lo que le mandó la
princesa, hubiese vivido aún más de mil años.
Dime: ¿no te agradaría ir a ver el Palacio del
Dragón, allende los mares, donde el dios vive y reina
como soberano sobre dragones, tortugas y peces,
donde los árboles tienen esmeraldas por hojas y rubíes
por fruta, y donde las escamas son plata y las
colas oro?
VALERA
miércoles, 17 de junio de 2009
APÓLOGO
Brahma se mecía satisfecho sobre el cáliz de una gigantesca flor de loto que flotaba sobre el
haz de las aguas sin nombre.
La Maija fecunda y luminosa envolvía sus cuatro cabezas como con un velo dorado.
El éter encendido palpitaba en torno a las magníficas creaciones, misterioso producto del
consorcio de las dos potencias místicas.
Brahma había deseado el cielo, y el cielo salió del abismo del caos con sus siete círculos y
semejante a una espiral inmensa.
Había deseado mundos que girasen en torno a su frente, y los mundos comenzaron a voltear
en el vacío como una ronda de llamas.
Había deseado espíritus que le glorificasen, y los espíritus, como una savia divina y
vivificadora, comenzaron a circular en el seno de los principios elementales.
Unos chispearon con el fuego, otros giraron con el aire, exhalaron suspiros en el agua o
estremecieron la tierra, internándose en sus profundas simas.
Visnú, la potencia conservadora dilatándose alrededor de todo lo creado, lo envolvió en su ser
como si lo cubriese con un inmenso fanal.
Siva, el genio destructor, se mordía los codos de rabia. El lance no era para menos.
Había visto los elefantes que sostienen los ocho círculos del cielo, y al intentar meterles el
diente, se encontró con que eran de diamante; lo que dice sobrado cuán duros estaban de roer.
Probó descomponer el principio de los elementos y los halló con una fuerza reproductora tan
activa y espontánea que juzgó más fácil encontrar el último punto de la línea de
circunferencia.
De los espíritus no hay para qué decir que, en su calidad de esencia pura, burlaron
completamente sus esfuerzos destructores.
En tal punto la creación y en esta actitud los genios que la presiden, Brahma, satisfecho de
su obra, pidió de beber a grandes voces.
Diéronle lo que había pedido, bebió, y no debió de ser agua, porque los vapores, subiéndosele
a la cabeza, le trastornaron por completo.
En este estado de embriaguez deseó alguna cosa muy extravagante, muy ridícula, muy
pequeña; algo que formara contraste con todo lo magnífico y lo grandioso que había creado: y
fue la humanidad.
Siva se restregó las manos de gusto al contemplarla.
Visnú frunció el ceño al ver encomendada a su custodia una cosa tan frágil.
Los hombres, en tanto, andaban mustios y sombríos por el mundo, ocultándose avergonzados
los unos de los otros, cerrando los ojos para no ver a su alrededor tanto grande y eterno, y no
compararlo involuntariamente con su pequeñez y su miseria.
Porque los hombres tenían la conciencia exacta de sí mismos.
¿Queréis acabar de una vez con vuestros males? -les dijo Siva-. ¿Queréis morir?
-¡Sí, sí! -exclamaron en tumulto-. ¿Para qué queremos este soplo de existencia?
-Yo soy un estúpido, lo sé, y me avergüenzo de mi barbarie -decía uno.
-Yo soy deforme -añadía el otro-, y me entristece el espectáculo de mi ridiculez.
-Y tenemos estas y estas fallas y aquellas y las otras miserias -proseguían diciendo los demás,
enumerando el cúmulo de males y defectos de que entonces, como ahora, se hallaban
plagados los hombres.
-Es cosa hecha -dijo Siva, viendo la decisión de la humanidad entera.
Y levantó la mano para destruirla; pero en aquel instante se interpuso Visnú.
-Esperad un día -exclamó, dirigiéndose a los hombres-, un día no más. Voy a daros de beber
un elixir misterioso. Si mañana después de haberlo bebido queréis morir, que vuestra voluntad
se cumpla.
Los hombres aceptaron, y Siva dejó su presa refunfuñando entre dientes, porque conocía el
ingenio y la travesura de su competidor.
Visnú que efectivamente era hombre, digo mal, era dios de grandes recursos en las ocasiones
críticas, se las compuso de manera que a las pocas horas tenía ya hecho y embotellado su
elixir en tal cantidad que tocó a frasco por barba.
Pasó la noche, durante la cual los hombres no hicieron otra cosa que sorber por la nariz
aquella especie de éter mágico; y cuando tornó a brillar la luz, vino Siva de nuevo a renovar
sus proposiciones de muerte.
Los hombres, al oírle, comenzaron por maravillarse y acabaron por reírsele en las barbas.
-¡Morir nosotros -exclamaron-, cuando un porvenir inmenso se abre ante nuestra vista!
Yo -decía el uno- voy a conmover el mundo con la fuerza de mi brazo.
-Yo voy a hacer mi nombre inmortal en la tierra.
-Yo, a avasallar los corazones con el encanto de mi hermosura.
-Y así, todos iban repitiendo; -¡Morir yo, que siento arder en mi frente la llama del genio; yo,
que soy fuerte; yo, que soy hermoso, yo, que seré inmortal!
Siva no daba crédito a sus ojos, y unas veces le daban ganas de rabiar y otras de reír a
carcajada tendida ante el espectáculo de tan ridícula transformación. En aquel momento
pasaba Visnú a su lado, y el genio destructor no pudo menos de dirigirle estas palabras:
-¿Qué diantre les has dado a estos imbéciles, que ayer estaban todos mustios, cabizbajos y
llenos de la conciencia de su pequeñez, y hoy andan con la frente erguida, burlándose los unos
de los otros, creyéndose cada uno cual un dios? Visnú, con mucha sorna, y dándole un
golpecito en un hombro, se inclinó al oído de Siva y le dijo en voz muy baja:
-Les he dado el amor propio.
Becquer