[El día en que superwoman se canse de llevar tacones.
De tener un trabajo peor pagado y de menor responsabilidad que el de su pareja a pesar de tener mejor cualificación, porque no existe conciliación de vida laboral y familiar y alguien tuvo que renunciar a su carrera para dedicar algo de tiempo a los niños.
De vigilar que en la nevera no falte lo necesario.
De cuidar su peso.
De pensar 730 menús al año que sean del gusto de todos los que comparten la mesa.
De ajustarse al presupuesto.
De levantarse por las noches cuando un niño tiene miedo.
De pintarse las uñas del color preferido de su pareja.
De hacer de babysitter mientras duran los hobbies de papá.
De haberse olvidado de los suyos.
De depilarse con una mano, con otra contestar una llamada del trabajo, vigilar mentalmente el tiempo que lleva el asado en el horno, y reprender a los niños que salpican en la bañera.
De saber que nunca será promocionada porque no puede calentar la silla más allá de las seis.
De hacer el mejor trabajo posible, mejorar, asumir nuevos retos y aprender cada día, simplemente por el gusto de hacer bien las cosas, porque medallas ya hemos dicho antes que no recibirá.
De hacer coincidir una hora de gimnasio con la tarde que los hijos tienen actividades extraescolares.
De ver cómo sus amigos organizan planes a los que tiene que renunciar.
De recibir la aprobación de su pareja acerca de su vestimenta cada día antes de salir de casa.
De escuchar tantas veces “qué orgulloso estoy de ti” y preguntarse al mismo tiempo “entonces… por qué no te conviertes tú en Superman”?
De cocinar los platos preferidos de su familia pero que ella no probará.
De recibir la advertencia de que esos platos engordan cuando un día decide probarlos.
De levantarse la primera para preparar los desayunos, la merienda de media mañana y las mochilas.
De inventar planes para los fines de semana.
De ser la que recuerda cuántos días hay que dar la medicina, cada cuántas horas y cuántos miligramos.
De ser la única que sabe dónde está guardada casa cosa, en una casa donde viven más personas.
De ser la que recibe mientras trabaja la llamada de un profesor porque el hijo está enfermo.
De ser la que llama a los familiares comodín para intentar que alguien recoja a ese niño y no tener que ausentarse del trabajo y ser censurada por ello.
De tener que ser la que da la cara cada vez que llama un número privado para vender un seguro de vida.
De ir corriendo a todas partes y no llegar a tiempo a ningún lado.
De que todo nunca sea bastante.
El día en que superwoman reviente tendrá que hacer acopio de todo el autocontrol que sus superpoderes le otorgan, cuando escuche lo que tendrá que escuchar: “Pero qué pasa cariño, ¿es que tienes la regla?”.
Porque las superheroínas lo son… hasta para reventar.
Mi homenaje a todas aquellas que se hayan sentido aludidas...
http://miradadepat.com/2008/07/12/el-dia-en-que-superwoman-reviente/