Hasta hace muy poco, lo normal era que el fútbol se jugara -y televisara- únicamente los fines de semana. La razón era obvia: los aficionados, después de trabajar toda la semana, necesitaban liberar tensiones y disfrutar de algo sin tener que pensar demasiado, y claro, el fútbol es ideal para eso.
El problema es que los tiempos cambian y, desgraciadamente, la cifra de parados también. Hoy en día eso de trabajar ya no se lleva tanto, y claro, el tiempo en que uno puede estar ocioso puede llegar a ocupar toda la semana. Esto es algo peligroso para cualquier país, pues una persona ociosa tiende a pensar.
No hay nada más perjudicial para un gobierno -cualquiera- que el hecho de que sus ciudadanos comiencen a leer, a estudiar, a acudir a actos culturales, a investigar, etc. Pues llegará el día en que se darán cuenta de que los están tomando por imbéciles, y ese día se liará parda.
Evidentemente, para no llegar al extremo de tener una sociedad culta, había que adoptar una solución de urgencia: pan y circo. Es decir, ampliar el horario y poner fútbol cualquier día a cualquier hora.
Así, el populacho, mientras está viendo el fútbol tiene la mente ocupada; y lo mejor de todo, cuando acabe el partido, en lugar de hablar con los colegas sobre todo lo que nos han estado robando los políticos sinvergüenzas, discutirá sobre si el cabrón del árbitro estaba comprado.
Como ven, esta ampliación de horario futbolístico no es fruto de la casualidad. Como tampoco es casualidad que en España el periódico más leído sea el Marca; como tampoco es casualidad que haya más de la mitad de españoles que no se leen un libro al año, y además presuman de ello.
El único problema del fútbol es que, de momento, no puede emitirse las 24 horas del día en todas las cadenas. Por eso había que rellenar el resto de horas con programas que no aportasen nada a la inteligencia, programas donde unos aspirantes a periodistas se gritan e insultan, donde uno ve como otros viven encerrados en una casa sin pegar un palo al agua, o donde se nos enseña que hay desgraciados que están peor que nosotros. Ya saben, mal de muchos…
.
P.D.: Y ahora, mire usted la foto, ¡qué felicidad!
Toda esa gente podría estar pensando en por qué tenemos un gobierno inútil y una oposición corrupta -pueden intercambiar los adjetivos si lo prefieren-; en por qué nuestros niños cada vez aprenden menos en la escuela; en por qué una empresa es capaz de vendernos pulseritas a 35 euros que no hacen nada; en por qué cuando tenemos que ir al médico nos dan cita para de aquí tres meses… y en cambio mírelos, con sus banderitas, con sus gorritas, con su ilusión… qué felices.
¿No es maravilloso?
La foto la he tomado prestada del blog Blog, I am your father.
http://www.terceraopinion.net/2010/05/02/a-mas-paro-mas-futbol/