El joven erróneamente acusado de la muerte de su hijastra anuncia acciones legales. Diego Pastrana dice que lo peor fue que le obligaran a ver fotos de la niña muerta
SILVIA FERNÁNDEZ | Las Palmas de Gran Canaria | 03/12/2009 | Actualizada a las 00:42h | Ciudadanos
Diego Pastrana trata de pensar que lo sucedido en la última semana forma parte de un mal sueño. El joven de 24 años que fue detenido en Tenerife acusado de abusar sexualmente y maltratar hasta la muerte a la hija de su pareja, cuando en realidad la pequeña de tres años murió por las heridas que sufrió tras caer de un columpio días atrás y la mala atención médica que recibió tras el accidente, ha vuelto a su casa en Costa del Silencio donde con la medicación y la ayuda de un psiquiatra trata de superar los duros momentos que ha vivido.
La necesaria reflexión de los periodistas
Hay unanimidad en la profesión: los medios de comunicación en general se ensañaron con Diego y, ni la disculpa pública realizada, puede evitar la reflexión de los propios periodistas. "El mal está hecho, ahora lo que hay que pensar es qué debemos hacer para que esto no vuelva a ocurrir", señala Fernando Urbaneja, presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), quien de inmediato responde: "Hacer buen periodismo". Para Josep Carles Rius, decano del Col·legi de Periodistes de Catalunya, este suceso "ha sido una cadena de errores. Han fallado los médicos, la Guardia Civil, la justicia y, también, muchos medios que, al no respetar la presunción de inocencia, han multiplicado por diez los errores". A su juicio, también compartido por Urbaneja, "las teles han convertido estos sucesos en un espectáculo y han contaminado a la prensa escrita. La competencia mediática es tan brutal que no sólo se celebró un juicio paralelo sino que además hubo juicio sumarísimo y sentencia".
"Me han tratado peor que a un perro y un terrorista en los medios de comunicación y en todos lados", dijo ayer en declaraciones a Canarias Radio La Autonómica. Paro anunció que "vamos a por todas, primero los médicos, luego la prensa... todos lo van a pagar". Detalló que lo que más le ha dolido es oír frases como "asesino, te vamos a matar", así como que le llegaran a enseñar una foto de la niña muerta. "Ha sido lo peor, lo peor, lo peor, para mí lo peor que me ha pasado en mi vida".
Diego está acompañado en todo momento de su hermano Juan Miguel y su cuñada, Natalia, que también residen en el sur de Tenerife. De hecho, fue por ellos que Diego y su novia Belén (madre de la niña fallecida) eligieron hace un mes Tenerife como lugar para iniciar su nueva vida fuera de Madrid y lejos del padre de la pequeña Aitana, con el que la madre tenía problemas por la custodia.
La joven pareja vivía con la pequeña en un apartamento de alquiler en Costa del Silencio, un pequeño barrio de Arona. El hermano de Diego vive cerca con su familia, en Las Galletas, el pequeño barrio de pescadores de Arona en el que se aglutinan todos los servicios de la zona, como el colegio al que acudía Aitana.
En el corto plazo, Diego piensa viajar a Parla en los próximos días, cuando se encuentre mejor y ver a Belén, la madre de la pequeña, con la que no habla desde que sucedió todo. Sabe que va a necesitar mucho tiempo para olvidar lo que ha vivido y recuperar su vida. Aunque es consciente de que ya nada será igual sin la pequeña Aitana. Él, que está en el paro, se encargaba de cuidarla mientras su madre, Belén, trabajaba en una tienda de ropa en Santa Cruz de Tenerife. Diego se encargaba de llevarla al colegio, de recogerla la mayoría de las veces, de llevarla al parque y jugar con ella.
Ahora que Aitana no está, Diego no sabe si regresará a vivir a Madrid o se quedará en Tenerife. Tampoco sabe qué hará Belén cuando ya no tiene motivos para quedarse en la isla. Y es que la pareja decidió irse a Tenerife a raíz de los problemas que la madre tenía con el padre natural de Aitana por la custodia de la niña, según relató el hermano de Diego a la Guardia Civil.
Al parecer, la pareja se separó hace poco más de un año tras una década de relación sin haberse puesto de acuerdo en la custodia. De hecho, se habían denunciado mutuamente por problemas con los días de visita, según relató a la Benemérita su padre. Este desconocía en el momento de la muerte de la pequeña el paradero de su hija. Según indicó a la Guardia Civil, desde hacía mes y medio no sabía nada ni de su hija ni de su madre, ya que tras ir al colegio de Aitana le dijeron que había sido trasladada a otro centro.
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jueves, 3 de diciembre de 2009
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