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miércoles, 15 de septiembre de 2010

Aseveración Magna: el árbol no puede vivir del musgo

El capitalismo nació con el propósito de basar su existencia en el incremento de la producción. Para ello constituyó una fuerte aristocracia industrial, decididamente dedicada a la mejora constante de los indices de producción. No era para menos hacerlo así, pues sólo mediante la ampliación de los mercados y la colocación del producto en masa, el burgués podía ver su negocio industrial rentable.
A la sombra de este inmueble se empezó a gestar, al mismo tiempo, su peor enemigo y su mejor aliado. El mal llamado sector financiero nació con el propósito de "dar apoyo" al sector industrial detrayendo ahorros de los trabajadores para financiar la ampliación acelerada del sector secundario. La historia continuaría hablando sobre el progreso del sector industrial, pero nos compete en esta editorial hablar de las instituciones financieras sin pelos en la lengua.
Las instituciones financieras, posicionándose como motores básicos del sistema, atrajeron la correspondiente ayuda del Estado. Así comenzaron a fijarse las denominadas "garantías de depósitos". Consisten en la seguridad de tener los depósitos privados respaldados por el erario público. El banquero recibe dinero de las familias ahorradoras, hace con ese dinero todo el negocio que pueda y más, y si le va bien, perfecto. Doblará, triplicará o cuadruplicará sus emolumentos. ¿Y si le va mal? En virtud de esa ayuda garantizada por el capital público, el banquero seguirá ganando, a pesar de que su banco quiebre, ya que el Estado devolverá a los ciudadanos un porcentaje de sus ahorros perdidos por la negligencia del banquero, que es como decir que el banquero no deberá devolver nada a sus estafados ni purgar su irresponsabilidad. Primera aseveración: el banquero siempre gana.
¿Algo más? Hemos dicho que las instituciones financieras se legitiman como motor del sector industrial. Si el sector que les da sentido es desplazado por el sector del cuál debería vivir, la cosa no pinta bien. Y es que no puede pintar bien que el árbol viva del musgo. Dado esto, afirmemos que las instituciones financieras, aún sin renunciar en su labor de apoyo al sector productivo, ha adquirido un nuevo rol. Y éste es: ser un sector productivo en sí mismo. Pues bien, segunda aseveración: las instituciones financieras no crean riqueza. Las instituciones financieras son meros intermediarios entre prestamistas y prestatarios, y de esa rueda saca beneficio en forma de comisiones. Luego, no producen más que ilusiones contables. Si la economía se basara sólo en el sector financiero, volveríamos a la economía de la autosuficiencia.
¿Qué es el "sector" financiero? El "sector" financiero, para empezar no es un sector. Las finanzas son un subsector, el apéndice de la economía que sí crea riqueza. Sabiendo esto, ¿es aceptable que un sector parasitario sea el culpable de la quiebra del sector productivo, y con él, de cientos de millones de trabajadores por todo el mundo? ¿es aceptable que mientras que la mayoría de la humanidad se muere de hambre y se va al paro, estos señores sigan teniendo beneficios? ¿es aceptable que el "señor" Blankfein -presidente de Goldman Sachs-, so pena de todo, exclame sin rubor que si ha cobrado lo equivalente a cien mil salarios mínimos estadounidenses, es porque en primero lugar ha hecho bien los deberes, y en segundo lugar, el mercado lo ha querido? ¿es aceptable ver como se endeudan a millones y millones de ciudadanos, por un exceso de codicia incentivada y retroalimentada por el subsector financiero? ¿es aceptable ver como los de siempre deben pagar los desmanes de los de siempre? ¿es ético enriquecerse a costa de la desdicha ajena? Tercera aseveración: las instituciones financieras, dadas su condición de apoyo y su sobredimensionado tamaño e importancia actual, deben estar bajo control público, democrático y responsable.

http://lacomunidad.elpais.com/casajuntoalrio/2010/9/14/aseveracion-magna-arbol-puede-vivir-del-musgo

jueves, 27 de mayo de 2010

PARADOJAS DEL SISTEMA CAPITALISTA

Posiblemente esté usted sin trabajo o con su pequeña empresa a punto de cerrar. Seguramente estará maldiciendo a esos especuladores bursátiles que crean el caos, hunden el Euro y se ceban en nuestra deuda cuando más falta haría el orden y la confianza.
Presumiblemente, como es un hombre precavido, habrá invertido sus ahorros en fondos de inversión, de esos que le aseguran una rentabilidad razonable contra viento y marea. Pues bien caballero, siento informarle que ha pagado usted a sus propios verdugos.
Estos fondos, suman miles de millones de Euros, que a su vez pueden ser convertidos en dólares depende de los intereses especulativos del momento. Hasta hace unos meses, el Euro subía imparable lastrando nuestras exportaciones, mientras el dólar se hundía, lo que a la vez, rebajaba nuestra factura petrolera. Ahora los especuladores quieren recoger los beneficios y venden los Euros a espuertas, ocasionando la bajada de la moneda. Lo mismo hacen con acciones, inmuebles o cualquier objeto susceptible de generar plusvalías inmediatas.
Mientras los gestores de estos fondos, se forran a costa de la economía mundial, usted pierde su trabajo y su empresa, eso sí, con un poco de suerte, de aquí a dos años cobrará un 20% de interés de aquel puñadito que confió a su banco hace un lustro.
Al menos podrá chupar los huesos de lo que esa manada de especuladores dejarán de la economía mundial, porque otros tendran que huir para no ser devorados ellos mismos. Eso sí, con su inestimable ayuda.

JUANMAROMO

miércoles, 5 de mayo de 2010

Grecia no es la causa principal de la crisis del euro



La visión que se está transmitiendo, por la mayoría de medios de información en España, sobre la crisis del euro es que esta crisis está causada por el comportamiento irresponsable del gobierno griego, que ha gastado en exceso en su estado del bienestar, creando un déficit y una deuda pública que no son sostenibles y que han generado dudas sobre si el gobierno podrá pagar sus deudas, con lo cual la moneda que utiliza Grecia –el euro- quedará muy afectada. Ejemplo de esta lectura del euro es el artículo de Sala i Martín en La Vanguardia (17.02.10), en el que critica a Grecia (y a otros países de la eurozona mediterránea, incluyendo España) de ser responsables de la crisis de la moneda europea, debido a un excesivo gasto público, derrochado –según él- en exuberantes beneficios sociales y laborales (ver mi artículo “La crisis, ¿qué debería hacerse?” Sistema 05.03.10). En este contexto, aparecen frecuentemente los pensionistas griegos, muchos de los cuales pueden ya jubilarse a la temprana edad de 55 años. De esta lectura se deriva que la solución es que los griegos (así como los españoles, portugueses y otros mediterráneos -aunque incluyen también a Irlanda- inclinados a excesos en sus gastos públicos) se aprieten el cinturón recortando su gasto público y reduciendo sus exuberantes beneficios sociales y laborales, tal como instruyen el Banco Central Europeo (máxima autoridad monetaria de la Eurozona) y el Pacto de Estabilidad.
Hasta aquí el dogma liberal. Veamos ahora los datos. En realidad, la economía griega en los últimos quince años (hasta 2009) había sido altamente exitosa. Su crecimiento económico (medido en el PIB per capita) creció más rápidamente que el promedio de la UE. Es cierto que ahora su déficit es elevado (13% del PIB), y su deuda es también elevada (113%), aunque no mucho más elevada que la deuda que se proyecta para el 2011 para el promedio de los países de la OCDE y mucho menor que la deuda de Japón (192% del PIB). Lo que ha ocurrido en Grecia, y en la mayoría de países de la OCDE, es que la disminución de los ingresos del estado, consecuencia del descenso muy marcado de la actividad económica, ha causado el crecimiento del déficit. Lo que los liberales olvidan es que el problema del déficit se basa más en el déficit de ingresos al estado (impuestos), que en la exuberancia del gasto.
Grecia es un país pequeño (que además tiene un fraude fiscal enorme), y el gobierno conservador anterior prefirió más conseguir dinero de los bancos extranjeros que aumentar los impuestos de la gente más pudiente y así corregir el fraude fiscal. El 95% del dinero que consiguió, vendiendo bonos, fue a bancos europeos. En otras palabras, el 95% de la deuda del estado griego la tienen los bancos europeos (y muy en especial los alemanes). Estos bancos compraron los bonos griegos en masa y a precios muy reducidos. Tiene millones de euros en bonos. Estos bonos los tienen asegurados en lo que se llama Credit Defaults Swaps (CDS); lo cual quiere decir que el aseguramiento de los bonos no se basa en su precio real, sino en un precio ficticio, resultado de la especulación. De ahí las campañas de los bancos y de los hedge funds (fondos de carácter especulativo) a fin de inflar el precio de los bonos que generan un interés exorbitante de un 7% por año. Y se están forrando como consecuencia de ellos. De esto, los liberales ni hablan.
Pero este crecimiento exuberante de los intereses de los bonos lo tiene que pagar el ciudadano griego a base de ajustarse el cinturón. Y ahí está el Pacto de Estabilidad, el instrumento por antonomasia de rectitud monetaria. Lo que al ciudadano griego se le dice es que tiene que ser más austero, vivir con menos transferencias y servicios públicos y reducir sus beneficios sociales y laborales. Todo ello para que se puedan pagar a los bancos sus escandalosamente altos beneficios bancarios, basados en mera especulación. Y los bancos tienen sus propias agencias de certificación (que están en su bolsillo), que catalogan los bonos de los estados según la voluntad de los gobiernos de seguir las instrucciones de los bancos (que se llaman los mercados financieros).
Ahora bien, este descenso del gasto público está creando un enorme problema, pues acentúa más la recesión y dificulta la recuperación en todos los países de la eurozona y no sólo en los países mediterráneos (e Irlanda), sino también en los países centrales, incluida Alemania. La austeridad de gasto público (iniciada ya con las reformas Schroeder) en Alemania, junto con la falta de crecimiento de los salarios en aquel país, hace que la escasa demanda interna esté imposibilitando el estímulo económico necesario para salir de la crisis. De ahí que los círculos liberales y conservadores que gobiernan en Alemania intenten basar la recuperación económica en el crecimiento de las exportaciones. Pero el problema es que la gran mayoría de exportaciones en Alemania (2/3 partes) van a los países de la Eurozona que no están importando por las mismas razones: las prácticas de austeridad (bajada de gasto publico y de salarios), que están imposibilitando que se importen los productos alemanes. De ahí que el comercio alemán y europeo se está paralizando. En realidad, en Irlanda, donde más se han aplicado las recetas de austeridad (al igual que en Lituania), el PIB ha disminuido nada menos que un 8% (en 2009), desembocando aquel país en una profunda recesión. Un tanto igual ocurrirá en Grecia (y puede ocurrir en España si las políticas de austeridad no cambian). El paquete de ayuda de la UE a Grecia que el presidente Zapatero, Presidente de la UE, ha organizado, es una medida necesaria pero profundamente ineficiente, pues la solución a la crisis de Grecia pasa por cambios más profundos de lo que la UE está considerando, pues se necesita un giro de 180º en sus políticas, pasando de políticas liberales a políticas keynesianas de estímulo de la demanda. Cuando se creía que la crisis presente (generada por las políticas liberales) significaría el fin del neoliberalismo, resulta que, paradójicamente, estamos viendo como la mayoría de gobiernos de la UE, alentados por sus instituciones (tanto el BCE como la Comisión Europea y el Consejo Europeo) están reincorporando tales políticas.
Vicenç Navarro es Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University.

jueves, 4 de marzo de 2010

LA SARTEN POR EL MANGO

Últimamente se habla mucho de negociaciones para llegar a un acuerdo, y reorganizar el mercado laboral de una manera más justa y eficiente, pero ayer mismo, el presidente de la CEOE, se destapaba pidiendo un nuevo modelo de contrato basura para los más jóvenes, de hecho un retorno a la esclavitud, al cabo de unas horas se retractó, seguramente por algún tirón de oreja de sus colegas, al menos hay que guardar las formas.

Lo que está claro es que en el sistema capitalista, manda el dinero, o mejor dicho, quien lo maneja. Antiguamente, los capitalistas, invertían directamente su dinero, creaban empresas y en mayor o menor grado, generaban riqueza y puestos de trabajo.
Actualmente, las grandes familias capitalistas, encargan la gestión de sus fortunas a holdings de inversión, que se dedican a especular con valores, divisas y acciones, manejan un capital de tal envergadura que son capaces de poner en aprietos a monedas como el Euro o el Dólar, son capaces de generar crisis, hundir economías y aprovecharse de cataclismos, como el terremoto de Chile para inflar aún más sus fabulosas ganancias. No tienen escrúpulos, ni ética, el fin justifica los medios, y no dudan en utilizar cualquier método para conseguir sus propósitos.
Las guerras, la explotación infantil, el agotamiento de los recursos planetarios, no son obstáculos para sus ambiciones, sus porcentajes sobre beneficios son tan elevados que hoy por hoy constituyen el mayor poder económico del mundo junto a las mafias y el tráfico de drogas. El dinero ya no manejan sus titulares, los presidentes de las entidades financiera e inmobiliarias son los nuevos Midas, con un escaso 5% o menos del capital, controlan totalmente las entidades, y se adjudican unos sueldos equivalente al de cientos de sus trabajadores.
Estamos ante una crisis de una magnitud jamás conocida, todos sabemos quiénes son los culpables, pero ellos siguen en sus puestos mirando hacia otro lado conservando sus privilegios y prebendas, mientras a nosotros nos toca pagar los platos rotos a fuerza de paro, impuestos y retrasos en las jubilaciones.
Está claro que el sistema ya no es funcional y que habrá que sustituirlo por otro nuevo, pero como decía Mafalda: “El problema no es romper el sistema, si no que hacer con los pedazos.”

JUANMAROMO.