Estos días están siendo especialmente duros, compartir el dolor, soportar la injusticia, sentir tanto sufrimiento gritar a viva voz es algo que a veces me supera. Días preparando el encuentro, sembrando esperanzas que se marchitan en la noche, esperando amaneceres que jamás asoman.
Cuando ayer me vi frente a los muros de la checa, cuando tantos y tantos corazones se unían reclamando derechos secuestrados, un mínimo de humanidad y un soplo de afecto por parte de aquellos que se llaman médicos a sí mismos, el corazón me saltaba en el pecho y el vientre se retorcía de rabia.
Siempre me he rebelado contra la tiranía, he luchado contra la prepotencia, he señalado con el dedo la desidia y la burrocracia , pero llega un momento en que los pulmones se vacían, el cerebro se nubla, y la bilis te envenena el alma.
Me siento impotente, absurdo y patético "como un burro amarrado a la puerta del baile", siento las risas de los políticos, de los evaluadores médicos que nos miran desde sus tribunas como a reses que entran al matadero, me siento defraudado por un sistema cada vez más viciado y vicioso para el que hemos dejado de ser pacientes para ser números sin rostro, me siento asqueado por un sistema económico que nos estruja hasta la heces y nos arroja al vertedero sin apenas pellejo.
Me niego a participar en esta comedia bufa en la que solo recibimos pastelazos y patadas, en la que se nos desprecia se nos explota y se nos manda hacer mutis por el foro. Me niego a seguir un guión que no es el mío, con decorados de cartón piedra y butacas atestadas de ratas y alimañas.
Todavía no sé ni cómo ni sé cuando, pero sé que la estaca está tan podrida como los políticos que la disfrazan, y que antes de lo que muchos quisieran, la haremos añicos en las costillas de nuestros verdugos, de nuestros carceleros, y de nuestros jueces.
JUANMAROMO