El escritor colombiano razona en la FIL su temor a la manipulación electrónica
PABLO ORDAZ - Guadalajara - 02/12/2010
¿Qué va a ser del libro?, se pregunta Fernando Vallejo, el escritor colombiano autor de La Virgen de los Sicarios y de El don de la vida, para responderse a continuación con la contundencia que aplica a todas sus opiniones: "Pues que su versión virtual, digital, lo va a acabar. Y no porque podamos pasar a un libro electrónico con un clic bibliotecas enteras sin pagar -como ocurrió con los CD-, que eso sería lo bueno, sino porque los libros electrónicos se pueden manipular: cambiarles el tipo de letra, la interlínea, la caja, la sangría; y al poderles cambiar uno la tipografía también les puede cambiar el texto, y eso es gravísimo. Por ahí va a empezar el acabose. ¿Se imaginan cuando a la canalla de Internet le dé por poner en un libro ajeno y firmado por otro las calumnias y miserias propias y lo eche a andar por el mundo? ¿Qué va a ser del autor?".
Cuando Fernando Vallejo se pone a escribir, es difícil que un títere conserve la cabeza. Ni él mismo se salva de su propia quema. El martes, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), contó ante un divertido auditorio: "Por mí, que se roben todos los libros míos. Me hacen un honor. Total, no me gustan. Ah, pero eso sí, que no me los toquen. Ni una tilde. Ni una coma. Eso para mí es sagrado. Yo un trueno lo oigo, no lo escucho". Venía esto a colación porque, según Vallejo el provocador, "los principales enemigos del escritor son: el corrector de pruebas, el periodista, el editor y el lector. En ese orden". Y lo explicó: "Yo, por ejemplo, nunca uso el verbo escuchar, que significa oír con atención. ¿Y por qué? Porque no me gusta, porque no lo necesito, porque está de moda. A mí con oír me basta porque me sirve tanto para un trueno como para un discurso [...]. Ahora bien, si los libros míos los pasan del papel a lo digital y a un lector malintencionado le da por manipular lo que yo escribí y donde puse oír me cambia a escuchar y mete mi libro en Internet y lo echa a andar por el mundo, ¿qué será de mí? Acaba conmigo. Está poniendo en boca mía palabras que nunca uso. Que es lo que me pasa cuando doy entrevistas. Los periodistas aniquilan al escritor. Todo lo tergiversan, todo lo banalizan, todo lo estupidizan. ¿Dice uno algo bien? Lo repiten mal. ¿Se equivoca uno? Dejan la equivocación. ¿Dice uno una frase genial? La borran...". Fernando Vallejo no dejó ni un resquicio a la esperanza. "Quebradas las industrias discográfica y cinematográfica, ¿cuál sigue? Pues la del libro".
Después de escuchar (perdón, de oír) a Fernando Vallejo, la moderadora del encuentro preguntó al autor de El desbarrancadero: ¿Por qué no has ajustado tu conferencia al motivo del encuentro: La función social del editor?". El escritor respondió: "Porque no me interesa". Y el público estalló en una carcajada. Así es Vallejo (Medellín, 1942), el último sabio libre, un tipo que dice y escribe siempre lo que piensa y que, pese a eso, o tal vez por eso, vive rodeado del cariño de sus lectores. En un encuentro literario como el de Guadalajara donde queda patente la fuerza del español, Vallejo puso el contrapunto: "El español es un idioma en bancarrota. Está anglizado completamente. Los gringos nos colonizaron hasta el alma. Es irreversible. Luego nos colonizarán los chinos. Si hay tiempo...".
"Por mí, que roben todas mis obras. Ah, pero eso sí, que no toquen ni una tilde"
Después de escuchar (perdón, de oír) a Fernando Vallejo, la moderadora del encuentro preguntó al autor de El desbarrancadero: ¿Por qué no has ajustado tu conferencia al motivo del encuentro: La función social del editor?". El escritor respondió: "Porque no me interesa". Y el público estalló en una carcajada. Así es Vallejo (Medellín, 1942), el último sabio libre, un tipo que dice y escribe siempre lo que piensa y que, pese a eso, o tal vez por eso, vive rodeado del cariño de sus lectores. En un encuentro literario como el de Guadalajara donde queda patente la fuerza del español, Vallejo puso el contrapunto: "El español es un idioma en bancarrota. Está anglizado completamente. Los gringos nos colonizaron hasta el alma. Es irreversible. Luego nos colonizarán los chinos. Si hay tiempo...".