GUNTER PAULI
Foto: Maite Cruz
Hay futuro
Viene de Alemania, va para Japón (los gobiernos de ambos países están estudiando con Pauli alternativas a la energía nuclear). Hace un alto en Barcelona para charlas con los estudiantes del Instituto de Arquitectura Avanzada de Catalunya. Y es un gusto escucharle en estos tiempos de crisis. Pauli ha dejado atrás la economía verde, inviable por costosa, y propone copiar a la naturaleza para alcanzar la eficacia. Los cien proyectos empresariales que ya están funcionando (recogidos en La economía azul, Tusquets) y que abarcan variados sectores de la economía demuestran que es posible un modelo empresarial sostenible y competitivo, con beneficios ambientales, financieros y sociales.La economía azul.
Sí. La economía verde requiere que las empresas inviertan más y los consumidores paguen más para conseguir lo mismo a cambio de preservar el medio ambiente. La economía azul consiste en entender los desechos como recursos y busca soluciones inspiradas en el diseño de la naturaleza.
¿Cómo se gestó?
En 1994 fui invitado a Japón para diseñar un nuevo modelo económico sin emisiones ni basura tres años antes del protocolo de Kioto, porque yo acababa de realizar la primera fábrica ecológica del mundo en Bélgica, una fábrica de detergentes sin desechos.
¿Por qué lo vendió todo?
Visitando al proveedor en Indonesia de mi materia prima, ácidos grasos de la palma africana, vi que los agricultores estaba destruyendo la selva para plantar grandes extensiones de palma.
Destruían el hábitat del orangután para mantener limpios los ríos de Europa.
Exacto, por eso he querido demostrar con éxito que hay maneras de aplicar la física, la química y la biología con materiales renovables y mediante prácticas sostenibles, tal como hacen los ecosistemas. La economía azul se basa en la regeneración.
¿Por ejemplo?
Soy responsable del primer hospital autosuficiente, en agua, alimentos y energía, en Colombia. Ideé la primera y mas grande fábrica ecológica del mundo con el techo de pasto para controlar la temperatura.
En la Exposición mundial de Hannover (2000) construyó un pabellón de bambú.
4.500 palos de bambú de nueve metros para tener una muestra de esa maravilla arquitectónica: el acero vegetal. Hay mil millones de personas que viven en casas de bambú, pero piensan que es símbolo de su pobreza. En realidad, es un material de excelente calidad, plenamente sostenible y resistente a los seísmos. Lo que quiero es provocar un cambio en la sociedad, y para eso se necesitan modelos.
Bien, pues déme modelos.
En lugar de construir tu casa puedes cultivarla. Con 100m2 puedes sembrar bambú y en tres años tendrás 65 varas para hacer una casa de dos pisos con balcón por 1.500 euros. En el sur, donde se necesita el mayor volumen de construcción, hay bambú en más de 100 países.
Mucho mejor que ladrillo y uralita.
En el 2005 creé las primeras oficinas inspiradas en la cebra: el juego del negro y blanco mejora la temperatura de los edificios, refresca en verano (baja la temperatura cinco grados) y conserva el calor en invierno. Es el símbolo de la eficiencia energética.
Increíble.
Como está hay cien ideas más aplicadas a muy distintos campos y puestas en práctica.
¿Y de dónde las ha sacado?
Pase tres años con 82 científicos. Así obtuve los diseños de sistemas integrados que me permitían no tener ni basura ni emisiones. A partir de ahí fundé en 1994 la Zero Emissions Research & Initiatives, red global de mentes creativas con más de 3.000 científicos. Yo me encargo del modelo de negocio.
¿Competitivo y ecológico?
A base de innovación hemos demostrado que lo mejor es a menudo lo más barato. No aguanto la lógica de que la comida basura sea la más económica y la que es saludable la más costosa. Todos mis proyectos son económicos, sostenibles y sociales.
Déme más ejemplos.
De las cápsulas de café ingerimos el 2%, el resto es desecho, toneladas, y el café es el segundo producto intercambiado en el mundo tras el petróleo. Hace 15 años iniciamos un programa de cultivo de hongos tropicales (que son muy saludables) de gran calidad en desechos de café a un precio supercompetitivo. Hoy tenemos a 15.000 personas cultivándolos. Además…
¿Hay más?
... El desecho de café es muy rico en aminoácidos esenciales, excelente para las gallinas y para piensos de gatos y perros. Mi filosofía es trabajar con lo que tenemos: ya tenemos el desecho de café (me pagan para que me lo quede) y cultivamos un hongo que en teoría es muy costoso mucho más barato y también más rápido gracias a la cafeína.
Más.
En las ciudades tenemos dos problemas: la necesidad de depurar las aguas, lo que cuesta dinero, y los vertederos de basura, que también cuestan dinero. Con la basura orgánica tratamos el agua y producimos biogás convirtiendo dos costos en un ingreso. Aprovechando una estructura que ya existe generamos agua potable, biogás y compost. En Seúl vamos a obtener 400 millones de metros cúbicos al año de biogás y también lo estamos poniendo en marcha en Suecia.
¿Podremos librarnos de las nucleares?
Eso pretendemos hacer en Alemania y Japón gracias a innovaciones que hacen mucho más efectiva la energía solar, los aerogeneradores y la depuración de agua, y que producen electricidad a menos de un céntimo de euro, mientras que las nucleares están vendiendo a 5,6 el kilovatio. Así obtendremos más energía de la que se está produciendo hoy en Alemania.