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jueves, 24 de febrero de 2011

"El pueblo no quiere ni dictaduras ni islamismo radical"

Tariq Ramadan, intelectual suizo musulmán, portavoz de los musulmanes en Europa

Victor-M Amela, Ima Sanchís, Lluís Amiguet

Foto: MARC ARIAS

Coexistir en paz
Hay musulmanes alemanes, franceses, españoles..., Occidente y el islam, el laicismo y la fe, pueden coexistir en paz, eso pretende explicar este controvertido intelectual (su abuelo fundó el partido de los Hermanos Musulmanes egipcio) en Mi visión del islam occidental (Kairós). “Para los islamistas radicales soy un hombre peligroso, pero he recibido miles de mensajes de la gente que estaba en las calles de Túnez, Egipto y Libia, países en los que estoy prohibido, junto a Argelia, Arabia Saudí y Siria. Y en Occidente [se le prohibió la entrada en el EE.UU. de Bush y en Francia durante diez meses] molesto a todas las corrientes políticas que quieren utilizar el islam como un espantapájaros”.
Lleva tres horas seguidas de entrevistas.
Cuatro, pero a la vista de lo que está aconteciendo en Oriente Medio...


¿Cuál es la pregunta fundamental que no le han hecho?
En esencia estamos hablando de libertad, esperanza y sufrimiento, pero nadie me ha preguntado al respecto.


Adelante.
La libertad es ser lo que queremos ser, y para eso hay que librarse del ego. La esperanza es, a fin de cuentas, saber que todo es posible, y saberlo es una fuerza. El sufrimiento es el significado de mi humanidad.


Ahora sitúeme estas tres grandes cuestiones en los sucesos de Oriente Medio.
Tenemos pueblos sometidos a unas dictaduras y una represión terribles que han expresado un sufrimiento colectivo. Y la esperanza de toda esta masa es que todo es posible: podemos desplazar a un tirano. Están demandando un proceso de libertad política y social necesaria para la libertad personal.


La red ha sido un vehículo importante.
Sí, evidentemente hay jóvenes que manejan un medio de comunicación  totalmente nuevo, que mezclado con la desesperanza social ha hecho brotar un movimiento sin ninguna pertenencia política: mujeres, hombres, ateos, islamistas, comunistas, de derechas y de izquierda, todos juntos.


¿Cuál es el peor desenlace posible?
Hay tres posibles escenarios de lo peor: el primero sería que la revolución fuera recuperada por los militares o antiguos mandatarios del régimen. El ejército tunecino estaba en contacto con el mando del ejército  estadounidense, que le sugirió que no tomara partido, como en Egipto, pero ahí está.


Mismos perros con distintos collares.
Sí. Otro escenario de lo peor sería que las fuerzas de la oposición no  consiguieran ponerse de acuerdo para encontrar una plataforma plural con todas las fuerzas políticas que aceptan jugar el juego de la democracia.


... Y se implantara el islamismo radical.
Sí, o el conflicto. El tercer escenario sería que Occidente actuara según sus intereses o que sólo estuviera a la escucha de los intereses de Israel, por ejemplo: hay que apoyar a Mubarak para evitar la inestabilidad.


Quizá por primera vez de forma generalizada los ciudadanos occidentales empatizamos con los musulmanes.
Sí, pero hay un problema: la información manipulada. Bahréin, por ejemplo, es sede de la Quinta Flota, el brazo naval de las fuerzas estadounidenses en Oriente Medio. Allí el “dejemos que la población se manifieste” ya no se da y nos venden la revolución como la de una minoría religiosa. No seamos ingenuos, sepamos que estas manifestaciones pueden ser controlables y lo son en los países clave.


En Egipto, los Hermanos Musulmanes no parecen tener nada claro.
Nosaben cómo posicionarse, no son los líderes de esta revolución imprevista. Llevan 60 años en la oposición y tienen un conflicto generacional entre liberalistas y reformistas. Pero el pueblo no está pidiendo un estado islámico. No hay eslóganes anti-Occidente ni anti-Israel, piden libertad. Y los Hermanos Musulmanes han de encontrar una posición que responda a esa demanda.


¿Los países árabes están maduros para hacer la transición hacia la democracia?
Sí. Hay que dejar de pensar en el mundo árabe como un mundo entre  dictadura e islamismo radical. Hay una gran sociedad civil que está entre ambos y que quiere un proceso de transición democrática. Occidente debe comprender que no venimos de la misma tradición religiosa o ideológica, pero en estas cuestiones estamos todos de acuerdo.


Sin embargo, hay conflicto entre los ciudadanos europeos y los musulmanes.
Es un conflicto de percepción, no es real. Tenemos un elemento mediático: el burka o las mezquitas, que se han convertido en problema, pero no es cierto. La inmensa mayoría de los españoles, franceses o alemanes musulmanes no tienen problemas con la ley ni con la cultura, son europeos. El problema es que se magnifican las anécdotas.


Entiendo lo que dice, pero no sé si son anécdotas.
Un 82% de los alemanes musulmanes dicen que se reconocen como  alemanes más que los alemanes de raíz. Miremos las cifras y dejemos de tener percepciones sesgadas.


De acuerdo, ¿cómo resolverlo?
Los musulmanes no están obligados a construir mezquitas como en su tierra, pueden hacerlas según el estilo del país al que ahora pertenecen, como se ha hecho en Oxford. En este sentido, los musulmanes tienen una responsabilidad, pero los europeos han de comprender que un buen musulmán no es un musulmán invisible.


Sus costumbres chocan aquí.
Algunos utilizan el miedo para ganar las elecciones. El problema de la  inmigración no tiene nada que ver con el islam. Europa va a necesitar entre 11 y 15 millones de inmigrantes. Nos molesta su cultura, pero
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necesitamos sus brazos. Mi propuesta es utilizar a los antiguos ciudadanos musulmanes para que acojan a los nuevos inmigrantes y les expliquen cómo se vive aquí.

¿Contra qué hay que luchar?
La confusión entre la cultura y la religión, corrientes musulmanas que leen el Corán a través de la cultura patriarcal. Y el literalismo, es decir, leer los textos sin contextualizarlos en la historia.