Si los consejos son una forma de nostalgia, los recuerdos deben de ser la nostalgia misma –pienso mientras ruedo por una pista de tierra-. Yo tengo muchos recuerdos; a veces pienso que demasiados. Pero los recuerdos vienen y van como estos caminos y algunos se pierden para siempre borrados por el viento.
Voy tan ensimismado en mis pensamientos que, de pronto, me paro en un cruce de caminos y tengo que pensar donde me encuentro. Y esto me pasa algunas veces porque la bicicleta me hace salirme del mundo, encontrar un espacio en el que reflexionar. Encontrar mi lugar en este universo caótico en el que habito. ¿Soy un tipo extraño?
Después de algunas dudas continúo siguiendo las marcas de las ruedas de otros ciclistas que pasaron por aquí antes que yo. Hay muchas marcas, lo que me hace suponer que hay mucha gente como yo, que también busca en este camino una respuesta.
Hace un par de días fui al centro de la ciudad con mi bicicleta en el tren. En el mismo vagón que yo, iba un joven con otra bicicleta. Charlamos y me dijo: “la bicicleta engancha”. Si; la bicicleta engancha, y engancha tanto que puede convertirse en una forma de vida, en una identidad. Aunque la realidad es que al final da igual. Da igual ser roller, skater o ciclista –biker dicen ahora los chavales-. Da igual ser fotógrafo, escritor, músico, escalador o poeta, lo importante, lo realmente importante es ser algo; ser algo y alguien siempre, y si ese alguien es un poco rebelde, idealista y peculiar mucho mejor.
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