Cuando leas este mensaje, ya habré desaparecido de tu vida....
Cuando hace veinte años te juré fidelidad, sabia a lo que me estaba comprometiendo.
Cuando hace veinte años juré amarte y respetarte, me comprometí en cuerpo y alma, toda mi vida ha estado dedicada a tí y hacerte feliz en la medida de mis posibilidades, pero hace unos meses sucedió lo imprevisible, apareció ella...
Todo empezó como un juego inocente, ella estaba atravesando una mala racha, me pareció indefensa, perdida, y sin darme cuenta me fui encariñando hasta implicarme en su vida. Jamás nos vimos, jamás tuve intención de acercarme, nuestro contacto fue meramente epistolar o telefónico, pero cada vez más intenso.
Todo empezó como un juego inocente, ella estaba atravesando una mala racha, me pareció indefensa, perdida, y sin darme cuenta me fui encariñando hasta implicarme en su vida. Jamás nos vimos, jamás tuve intención de acercarme, nuestro contacto fue meramente epistolar o telefónico, pero cada vez más intenso.
Cuando casualmente descubriste aquellos mensajes, intenté que comprendieras, te expliqué, lloré, supliqué, pero todo fue inútil.
No supe hacerte comprender que somos responsables de nuestros actos, pero no de nuestros sentimientos, que jamás te traicioné ni me traicioné, y que te sigo amando por encima de todas las cosas, incluso de mí mismo, pero jamás entendiste que pudiera compartir mi corazón con otra mujer aunque tan siquiera la hubiera visto.
Levantaste una muralla infranqueable entre los dos, un muro en el que me dejé las uñas intentando escalarlo, de nada sirvieron mis súplicas ni mis lamentos, solo el eco se dignó responderme.
Hace unos días recibí un mensaje de despedida, un adiós desesperado y eterno, tu rival había decidido salir por la puerta de emergencia y ahora solo quedaba su fantasma.
Llevo una semana sin conciliar el sueño, estoy agotado y destrozado por el remordimiento, te he perdido a ti, he matado a ella y mi vida ya no tiene sentido alguno.
He decidido escapar, sabes que nunca fui un cobarde, pero ya no puedo soportar tanto sufrimiento.
No creas que voy tras ella, ahora ya no necesita mi ayuda, parto hacia un mundo donde quizás un día me perdones y hasta me comprendas.
Te esperaré amándote más que nunca, soñando con que al otro lado de la vida pueda darte la felicidad que no supe darte aquí.
Te esperaré amándote más que nunca, soñando con que al otro lado de la vida pueda darte la felicidad que no supe darte aquí.
Te quiero.