Tenía 18 años, desde muy niño trabajaba las tierras de su padre y cuando estas no eran suficientes hacia peonadas para los ricos del pueblo, era analfabeto, jamás había pisado la escuela y todo su mundo se encerraba entre las colinas que rodeaban su casa. Un día recibió una carta oficial, era la primera que le llegaba en su vida, como nadie de su familia sabía leer, le llevó la misiva a Ulpiana, una mujer con fama de bruja, pero que a él le suscitaba más respeto que miedo.
Le recibió en su buhardilla sirviéndole una hiervas, mientras leía atentamente la carta su expresión se tornaba preocupada y adusta.
-Es una citación para el ejército, en unos días deberás incorporarte a filas y partirás a la guerra de África.
- ¿Y que se me ha perdido a mí en África? , nadie me ha hecho daño allí, ni yo sería capaz de matar a quien nada me ha hecho. ¿Por qué debo partir si esta es mi tierra?.
-Si no acudes a la llamada, te vendrán a buscar, serás fusilado y tu casa y tus tierras serán arrasadas y confiscadas, es la ley de la guerra, o matas o mueres-
Ya que debo partir, ¿puedes decirme al menos si regresaré?.
La bruja, tomo su mano y durante unos minutos se transfiguró.
-Veo a generales y reyes rindiéndote homenaje, a próceres dedicándote discursos, serás un símbolo para las generaciones venideras y un monumento te recordará eternamente-
-¿ y cómo puede ser eso?, soy un campesino analfabeto que apenas se hablar, es imposible que tu presagio se cumpla-
-Se cumplirá, aseveró Ulpiana, lo que he visto, ya se ha escrito en el libro de la historia.
El muchacho partió y fue enviado al frente, en la batalla decisiva, en la que se decidió la victoria, fue alcanzado por un obús y su cuerpo quedó destrozado entre otros cientos. Al terminar el combate, unos oficiales que iban reconociendo el terreno se fijaron en sus restos, miraron en su guerrera y tras unos minutos de conversación, se llevaron los restos en una camilla.
-Mi general, hemos encontrado lo que buscaba, tenemos a un soldado sin identificar, la explosión le arrancó la chapa de reconocimiento y destrozó su documentación, es el candidato perfecto.
A los pocos días, fue enterrado con todos los honores en el panteón de "El Soldado desconocido", desde entonces, reyes y generales le rinden homenaje, próceres le dedican discursos y una llama arde eternamente en su memoria
Los trigos maduraban,
nacía el verano
las amapolas iba tiñendo los campos,
la llamaban Soledad, Rosò o Mariaç
e iba camino abajo con un ramo de flores.
Camino abajo hay un recodo
y él la esperaba
le llamaban Pedro, Juan, Luis o Guillermo
sus manos cuarteadas
le llevaron muy lejos de su gente
Camino abajo quedan las flores
las irá tapando el polvo
que arrastra el viento.
Pero un día le dijeron
-No hace falta que siembres
este año tus campos, no darán trigo
has de cambiar el arado por un fusil
camino abajo, de madrigada
marcha un soldado.
Quemó y mató mientras se hacía viejo
hasta que otro disparó antes que él.
le enterraron un amanecer
en un pozo con otro cien
Camino abajo sin un adios
nadie puso unas flores en su tumba
no hacía falta.
Ella lloró por el amor del hombre
y por los campos en donde no crecía el trigo
más por el camino llegaron unas manos jóvenes
para secar sus ojos y labrar los campos
y de nuevo crecerán espigas y amapolas
cubriendo la fértiles tumbas
de los soldados
muere un viejo, nacen dos niños
y todo pierde el olor a quemado
Camino abajo, un hombre muerto
lo irá cubriendo el recuerdo del pasado
Y hoy maduran los trigos
comienza el verano
y las amapolas van tiñendo los campos
le llaman Soledad, Rosó o Maria
y con un ramo de flores va camino abajo.