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sábado, 10 de marzo de 2012
LA JAURIA
Esta noche he soñado que perdia mi trabajo, que el fondo de pensiones habia quebrado y que todo el esfuerzo de mi vida se colaba por el sumidero.
Esta noche he soñado, que harto de mendigar trabajo. habia cojido la maleta con mis cuatro mudas y los restos de mi esperanza hecha girones, Europa se habia deshecho y volvia a haber fronteras por todos los sitios, y ahora tras la terrible crisis, eran telones de acero.
Empeñé lo poco que me quedaba para pagar a unos guias que me pasarian a Francia por las sendas boscosas del Pirineo. Nos encontramos cerca de Boadella, y desde alli tres dias andando sin comida, bebiendo de los restos de nieve, y acosados por los civiles de un lado y los gendarme de otro. Dormiamos en madrigueras de osos, a doce bajo cero, agazapados uno junto al otro para no morir congelados.
Al despertar, los guias nos habian abandonado llevandose lo poco que teniamos. no sabiamos donde estabamos, en mi desesperación sali corriendo a traves del bosque, a lo lejos podia escuchar el ladrido de los perros guardianes que me seguian de cerca, sentia el estomago salirse por la boca y el miedo me quemaba en el alma, corri y corrí durante horas. pero de nada sirvió, podia sentir el aliento de los perros pisandome los talones, podia escuchar sus jadeos y sus aullidos de triunfo cuando varios de ellos se abalanzarón sobre mi y me tirarón al suelo, luché deseperadamente, a patadas a mordiscos, ya no sentia el dolor, ya no sentia miedo, ya solo queria morir matando....
Me he despertado envuelto es sudor y jadeando, he tardado en darme cuenta que estaba en mi cama, en mi casa, en mi tierra, y no he podido por menos que acordarme de esos espaldas mojadas que matan a tiros en rio grande, en los negros que se ahogan en la miseria de las pateras y en los republicanos que escaparón por esa misma ruta de mis sueños, perseguidos por los secuaces de franco.
Y he pensado cuan injustos y cuan egoistas somos cuando llamamos sudacas, moracos, rusiatas o negratas de mierda, a toda esa gente que solo viene porque el hambre y la muerte les muerden los talones.
JUANMAROMO
jueves, 25 de noviembre de 2010
"Prolongar el subsidio es prolongar el paro"
Albert Marcet, catedrático de la London School of Economics; fue investigador de IAE-CSIC
LLUÍS AMIGUET - 25/11/2010
Tengo 50 años y sigo disfrutando de lo divertida e importante que es la investigación económica. Nací en Terrassa. Casado, tres hijos: de 24, 8 y 4. La izquierda en España sigue hablando de buenos y malos en vez de centrarse en cómo mejorar la sociedad y ayudar a los débiles
Durante diez años España hizo las cosas bien: se mejoró la política fiscal, la protección social y las infraestructuras y todo bajo una acertada supervisión del Banco de España...
Pero no se vio venir el frenazo.
En ningún país, por eso la caída ha sido tan fuerte para todos. Tras haber tenido un superávit histórico en el 2006 y el 2007; en el 2009 llegamos a un déficit del 11 por ciento del PIB; similar, por otra parte al de Reino Unido, EE. UU o Grecia...
Endeudados de golpe.
Distingamos bien déficit - el que se acumula en el año-de la deuda que arrastra el país de varios ejercicios, porque la de España, en cambio, ha sido y es de las más bajas de Europa, el 53 por ciento del PIB, cuando la de Italia, por ejemplo, es del 116. Y las del Reino Unido o EE. UU. son también mayores.
Sutilezas que no distingue el mercado.
El déficit asusta a los inversores, porque anticipan que, si te has pasado un 11 por ciento del presupuesto en un año, se te hará difícil corregir la desviación en los que vienen y tal vez algún día no puedas pagar intereses...
Pero España siempre los ha pagado.
Nunca ha suspendido pagos en el siglo XX excepto durante la Guerra Civil. En cambio leo estos días - y en prensa seria-la animalada de que ya ha suspendido pagos alguna vez, como Argentina. Es falso, pero se repite, igual que la deuda española - también erróneo-es enorme y otras barbaridades...
¿Quiénes son los falsarios?
Veo una colección de tonterías publicadas. Y ustedes los periodistas deberían apuntarlas y desmentirlas: tengo aquí mismo una de un tal Abhisek Singhania, experto del Deutsche Bank, que aconsejaba en enero: "Vendan deuda española y compren irlandesa".
Habrá cobrado bonus por profeta.
Espero que comprara de su bolsillo esos bonos irlandeses. No podemos evitar esas estupideces, pero sí otras de las que han sido responsables el Gobierno español y la oposición.
Por ejemplo.
¡A quién se le ocurre culpar "a los mercados" de "la especulación"! Pues lo han hecho algunos ministros españoles, como si España no se hubiera beneficiado durante años de ese dinero que le dejaban para crecer: ¿qué diría usted de un vecino que le pide dinero y luego le llama usurero? Si no quiere especuladores, no emita bonos.
Algunos ministros deberían leer más.
O al menos no contradecirse a diario sobre las subidas de impuestos o la reforma laboral: ese guirigay suscita alarma en los mercados, pero tampoco la oposición ha sido leal a los ciudadanos que le pagan sus sueldos.
Mucha tranquilidad no ha inspirado.
Ha pregonado y exagerado nuestras debilidades y ha apuntado hasta las inexistentes como si en el declive de España estuviera la clave de su futura victoria electoral.
Han hecho partido y debían hacer país
. El problema es que los mercados no distinguen bien quién habla y sólo les llega el mensaje de que en España van las cosas mal.
¿Y al final acabarán yendo peor?
Estos días vivimos ciertas turbulencias, pero superficiales, en nada comparables a la crisis de mayo cuando eran los grandes inversores institucionales los que no querían comprarnos deuda. Y habrá más vaivenes, pero si España sigue cumpliendo los planes, no tendría por qué haber nuevas crisis de calado. El Gobierno ha hecho bien su trabajo el 2010 y no era fácil.
¿Qué nos aconseja?
Al Gobierno español, que aproveche los vaivenes especulativos para actuar él mismo como agente - con todos los instrumentos del mercado-para aprovecharlos.
¿Se debería explicar mejor España?
Frente a la insistencia en el pinchazo del tocho, el "Real Estate", deberíamos explicar también cómo Oxford Street está lleno de marcas españolas como Zara o Mango y que para llegar a Londres seguramente usted utilizará un aeropuerto gestionado por una empresa española, Ferrovial o sacará libras de una sucursal del Santander.
Y nuestras infraestructuras están entre las mejores de Europa.
Lo verá cualquier que viaje un poco. Además, el despegue de nuestras multinacionales era inexistente hace sólo 15 años.
La tristísima trinidad española son cajas, paro y bajo crecimiento.
Es que el cambio de modelo ha sido radical y traumático. Cuando yo era catedrático en la Pompeu, tuve un alumno que superó con brillantez un exigente máster. Al acabar trabajó en la universidad... ¡De albañil! En la obra le pagaban mejor que nadie.
Gran España del ladrillo que no volverá.
El 20 por ciento de la población ocupada llegó a estar en construcción o inmobiliarias, cuando lo normal es entre el 8 y el 10.
Así nos va la tasa de desempleo.
Aquellos sueldos se acabaron y no volverán: tengámoslo claro. Y los que están en el paro - ese 20 por ciento-deberían tomar nota. No es fácil aceptar esa caída de salario, pero tampoco se puede ignorar la realidad.
¿Pero volverán a trabajar?
Pues claro, pero el sistema necesita tiempo para volver a crear empleo.
¿Cómo?
No prolongando más de lo debido el subsidio: ya darlo más de año y medio es incentivar la desocupación y la pérdida de capital humano. Deberíamos, en cambio, invertir en sistemas de ocupación y reciclaje laboral como Dinamarca o Alemania.
Pero no se vio venir el frenazo.
En ningún país, por eso la caída ha sido tan fuerte para todos. Tras haber tenido un superávit histórico en el 2006 y el 2007; en el 2009 llegamos a un déficit del 11 por ciento del PIB; similar, por otra parte al de Reino Unido, EE. UU o Grecia...
Endeudados de golpe.
Distingamos bien déficit - el que se acumula en el año-de la deuda que arrastra el país de varios ejercicios, porque la de España, en cambio, ha sido y es de las más bajas de Europa, el 53 por ciento del PIB, cuando la de Italia, por ejemplo, es del 116. Y las del Reino Unido o EE. UU. son también mayores.
Sutilezas que no distingue el mercado.
El déficit asusta a los inversores, porque anticipan que, si te has pasado un 11 por ciento del presupuesto en un año, se te hará difícil corregir la desviación en los que vienen y tal vez algún día no puedas pagar intereses...
Pero España siempre los ha pagado.
Nunca ha suspendido pagos en el siglo XX excepto durante la Guerra Civil. En cambio leo estos días - y en prensa seria-la animalada de que ya ha suspendido pagos alguna vez, como Argentina. Es falso, pero se repite, igual que la deuda española - también erróneo-es enorme y otras barbaridades...
¿Quiénes son los falsarios?
Veo una colección de tonterías publicadas. Y ustedes los periodistas deberían apuntarlas y desmentirlas: tengo aquí mismo una de un tal Abhisek Singhania, experto del Deutsche Bank, que aconsejaba en enero: "Vendan deuda española y compren irlandesa".
Habrá cobrado bonus por profeta.
Espero que comprara de su bolsillo esos bonos irlandeses. No podemos evitar esas estupideces, pero sí otras de las que han sido responsables el Gobierno español y la oposición.
Por ejemplo.
¡A quién se le ocurre culpar "a los mercados" de "la especulación"! Pues lo han hecho algunos ministros españoles, como si España no se hubiera beneficiado durante años de ese dinero que le dejaban para crecer: ¿qué diría usted de un vecino que le pide dinero y luego le llama usurero? Si no quiere especuladores, no emita bonos.
Algunos ministros deberían leer más.
O al menos no contradecirse a diario sobre las subidas de impuestos o la reforma laboral: ese guirigay suscita alarma en los mercados, pero tampoco la oposición ha sido leal a los ciudadanos que le pagan sus sueldos.
Mucha tranquilidad no ha inspirado.
Ha pregonado y exagerado nuestras debilidades y ha apuntado hasta las inexistentes como si en el declive de España estuviera la clave de su futura victoria electoral.
Han hecho partido y debían hacer país
. El problema es que los mercados no distinguen bien quién habla y sólo les llega el mensaje de que en España van las cosas mal.
¿Y al final acabarán yendo peor?
Estos días vivimos ciertas turbulencias, pero superficiales, en nada comparables a la crisis de mayo cuando eran los grandes inversores institucionales los que no querían comprarnos deuda. Y habrá más vaivenes, pero si España sigue cumpliendo los planes, no tendría por qué haber nuevas crisis de calado. El Gobierno ha hecho bien su trabajo el 2010 y no era fácil.
¿Qué nos aconseja?
Al Gobierno español, que aproveche los vaivenes especulativos para actuar él mismo como agente - con todos los instrumentos del mercado-para aprovecharlos.
¿Se debería explicar mejor España?
Frente a la insistencia en el pinchazo del tocho, el "Real Estate", deberíamos explicar también cómo Oxford Street está lleno de marcas españolas como Zara o Mango y que para llegar a Londres seguramente usted utilizará un aeropuerto gestionado por una empresa española, Ferrovial o sacará libras de una sucursal del Santander.
Y nuestras infraestructuras están entre las mejores de Europa.
Lo verá cualquier que viaje un poco. Además, el despegue de nuestras multinacionales era inexistente hace sólo 15 años.
La tristísima trinidad española son cajas, paro y bajo crecimiento.
Es que el cambio de modelo ha sido radical y traumático. Cuando yo era catedrático en la Pompeu, tuve un alumno que superó con brillantez un exigente máster. Al acabar trabajó en la universidad... ¡De albañil! En la obra le pagaban mejor que nadie.
Gran España del ladrillo que no volverá.
El 20 por ciento de la población ocupada llegó a estar en construcción o inmobiliarias, cuando lo normal es entre el 8 y el 10.
Así nos va la tasa de desempleo.
Aquellos sueldos se acabaron y no volverán: tengámoslo claro. Y los que están en el paro - ese 20 por ciento-deberían tomar nota. No es fácil aceptar esa caída de salario, pero tampoco se puede ignorar la realidad.
¿Pero volverán a trabajar?
Pues claro, pero el sistema necesita tiempo para volver a crear empleo.
¿Cómo?
No prolongando más de lo debido el subsidio: ya darlo más de año y medio es incentivar la desocupación y la pérdida de capital humano. Deberíamos, en cambio, invertir en sistemas de ocupación y reciclaje laboral como Dinamarca o Alemania.
martes, 23 de noviembre de 2010
HOY LLUEVE HUMO
A veces me alcanza el deseo de hablar poco.
Deseo sin ningún sentido , porque no hay nada como estirar la lengua y andar y andar por la voz o por la expresión escrita para ahuyentar la tristeza y sentirse vivo.
Llueve humo. Hoy llueve humo. Está el día como un eucaliptus miedoso , sin poder de reflejo , taciturno, soñoliento.
Golpean a la puerta : alguien me viene a ver. Es Sergio. Vuelve de la cola del paro , de entregar su curriculum para un puesto de guardacoches en un aparcamiento privado y de pasarse por el Mercadona para preguntar por aquel puesto vacante de cajero que le dijeron el mes pasado .
Sergio hace unos años que terminó la carrera de Farmacia con alta cualificación ,pero como no encontraba empleo adecuado a su título , se agarró a unos ahorrillos de sus padres y a unos euros que se sacó sirviendo copas en el verano y se largó a Madrid a especializarse en Óptica por lo privado.
No quiero mirar otra vez hoy la perspectiva húmeda y brillante de esos ojos que nada más abrir la puerta me dicen : " No traigo nada "
Entonces le digo con apuro : pasa , pasa , tomamos un café y hablamos .
Me dice , me cuenta , que se siente muy frustrado , que los títulos eductivos, hoy por hoy , sólo sirven para ponerse a la cabeza en la cola por un puesto de trabajo. Que hay una asimetría entre la educación que requiere el sistema productivo de este país y la educación que la gente demanda . Que el sistema educativo es la causa del paro , que no puede ser que existan tantos titulados y tanta competencia para tan pocos empleos . Que lo mejor sería restringir el acceso a la educación superior , aumentar su nivel y adecuar los contenidos de lo que se estudia a las demandas del sistema productivo.
Le digo que me parece bien que se aumente la calidad de la enseñanza ,pero que no se puede exigir a la Administración que le compense a uno por las fatigas y el dinero perdido en su propia educación , que la evolución de la economía es dificilmente predecible y que queda poco margen de arbietrariedad sobre la educación adecuada para cada puesto de trabajo. Que nadie sabe lo que va a pasar mañana , que puede que para entonces los problemas sean opuestos a los de ahora y que los flujos de licenciados y diplomados cuestan mucho de alterar . Que la Administración educativa poco puede hacer por aumentar o disminuir el paro , que si acaso lo que puede hacer es distribuirlo , disminuyendo la competencia en un sitio para aumentarla en otro, y que yo recuerdo que desde siempre se ha dicho que la universidad es una fábrica de parados .
Sergio no se siente dueño de su existencia . Tiene todo y no tiene nada. Los vidrios de su ventana están negros como los de tantos jovenes que se han preparado no sólo para una profesión , sino para una realización personal, y ahora encuentra que ni una ni otra son posibles en este sistema que fomenta la educación sólo como "inversión".
Se despide , otra vez hoy , con sus sueños inmovilizados en el mutismo de una oferta , de cualquier oferta , que le permita ocupar sus expectativas y ganarse un sueldecillo.
Dificil, dificil me parece un ajuste desde la perspectiva de los intereses de todos la adecuación de la educación a la oferta de empleo en unos momentos tan críticos ,porque cualquier restricción a la demanda social de educación quizás tenga efectos sobre el paro,pero lo que es seguro es que también los tiene sobre la ignorancia .
Cierto que muchos trabajos que ayer hacía gente analfabeta , los hacen hoy gente con estudios superiores o medios , pero es que la educación además de un sentido económico también es una apuesta cultural y social y se hace dificil entender una restricción severa a la hora de ingresar en la enseñanza superior.
http://lacomunidad.elpais.com/karamelillo/2010/11/23/hoy-llueve-humo
Deseo sin ningún sentido , porque no hay nada como estirar la lengua y andar y andar por la voz o por la expresión escrita para ahuyentar la tristeza y sentirse vivo.
Llueve humo. Hoy llueve humo. Está el día como un eucaliptus miedoso , sin poder de reflejo , taciturno, soñoliento.
Golpean a la puerta : alguien me viene a ver. Es Sergio. Vuelve de la cola del paro , de entregar su curriculum para un puesto de guardacoches en un aparcamiento privado y de pasarse por el Mercadona para preguntar por aquel puesto vacante de cajero que le dijeron el mes pasado .
Sergio hace unos años que terminó la carrera de Farmacia con alta cualificación ,pero como no encontraba empleo adecuado a su título , se agarró a unos ahorrillos de sus padres y a unos euros que se sacó sirviendo copas en el verano y se largó a Madrid a especializarse en Óptica por lo privado.
No quiero mirar otra vez hoy la perspectiva húmeda y brillante de esos ojos que nada más abrir la puerta me dicen : " No traigo nada "
Entonces le digo con apuro : pasa , pasa , tomamos un café y hablamos .
Me dice , me cuenta , que se siente muy frustrado , que los títulos eductivos, hoy por hoy , sólo sirven para ponerse a la cabeza en la cola por un puesto de trabajo. Que hay una asimetría entre la educación que requiere el sistema productivo de este país y la educación que la gente demanda . Que el sistema educativo es la causa del paro , que no puede ser que existan tantos titulados y tanta competencia para tan pocos empleos . Que lo mejor sería restringir el acceso a la educación superior , aumentar su nivel y adecuar los contenidos de lo que se estudia a las demandas del sistema productivo.
Le digo que me parece bien que se aumente la calidad de la enseñanza ,pero que no se puede exigir a la Administración que le compense a uno por las fatigas y el dinero perdido en su propia educación , que la evolución de la economía es dificilmente predecible y que queda poco margen de arbietrariedad sobre la educación adecuada para cada puesto de trabajo. Que nadie sabe lo que va a pasar mañana , que puede que para entonces los problemas sean opuestos a los de ahora y que los flujos de licenciados y diplomados cuestan mucho de alterar . Que la Administración educativa poco puede hacer por aumentar o disminuir el paro , que si acaso lo que puede hacer es distribuirlo , disminuyendo la competencia en un sitio para aumentarla en otro, y que yo recuerdo que desde siempre se ha dicho que la universidad es una fábrica de parados .
Sergio no se siente dueño de su existencia . Tiene todo y no tiene nada. Los vidrios de su ventana están negros como los de tantos jovenes que se han preparado no sólo para una profesión , sino para una realización personal, y ahora encuentra que ni una ni otra son posibles en este sistema que fomenta la educación sólo como "inversión".
Se despide , otra vez hoy , con sus sueños inmovilizados en el mutismo de una oferta , de cualquier oferta , que le permita ocupar sus expectativas y ganarse un sueldecillo.
Dificil, dificil me parece un ajuste desde la perspectiva de los intereses de todos la adecuación de la educación a la oferta de empleo en unos momentos tan críticos ,porque cualquier restricción a la demanda social de educación quizás tenga efectos sobre el paro,pero lo que es seguro es que también los tiene sobre la ignorancia .
Cierto que muchos trabajos que ayer hacía gente analfabeta , los hacen hoy gente con estudios superiores o medios , pero es que la educación además de un sentido económico también es una apuesta cultural y social y se hace dificil entender una restricción severa a la hora de ingresar en la enseñanza superior.
http://lacomunidad.elpais.com/karamelillo/2010/11/23/hoy-llueve-humo
viernes, 12 de noviembre de 2010
Muerte de un "don nadie"
JUAN DIEGO QUESADA
Luis Ramiro Álvarez, un delineante de 29 años, consultó la semana pasada Internet en el estudio de ingeniería en el que trabaja. Tecleó en Google el nombre de su padre, de quien no sabía nada desde hacía cuatro años. Lo encontró en una lista de fallecidos. Averiguó que había muerto seis meses antes en un hospital y que lo habían enterrado en la zona de caridad del cementerio sur al no hallar a su familia. El chico, impresionado, abrió su blog y escribió la historia de su progenitor en un post que tituló así: "Reconocimiento a la muerte de un don nadie".
Aún no sale de su asombro. "¿Cómo no nos han avisado si sabían su nombre y apellidos?" Los protocolos establecidos para localizar a las personas que mueren sin documentación no han funcionado en este caso. Bastaba con echar un vistazo a la guía telefónica para encontrar a cinco personas con los mismos apellidos del difunto, Álvarez Fidalgo. Dos de ellas son sus hermanas.
Luis Ramiro encontró el nombre de su padre en la lista de fallecidos del periódico Abc del 23 de julio. Ramiro Álvarez Fidalgo (0). No se especificaba su edad. "Con este simple dato en mis manos, me puse a mirar más páginas, y finalmente hallé el lugar en donde había sido enterrado a través de una página web de esquelas que además ofrece servicios funerarios", relata. Después fue al cementerio y entonces supo que había muerto en la Jiménez Díaz. Le acompañaba un tío cuando fue a la clínica: "Al visitarla en busca del historial médico para saber de qué demonios había muerto, nos encontramos con que allí poseían no solo su fecha de nacimiento, sino incluso su número de DNI, datos suficientes para poder haberse puesto en contacto con alguno de sus familiares en el momento de su defunción". Las Administraciones implicadas no se explican lo sucedido.
Luis Ramiro aún recuerda el día que encontró a su padre en un banco de Atocha, rodeado de gente fumando filtros, agarrados a unos cartones de vino como quien se abraza a una religión. Llevaba la camisa llena de lamparones. Se dio cuenta de que su progenitor se había convertido en uno de los muchos indigentes que merodean por la ciudad. Su declive personal había empezado a principio de los años noventa. Su mujer murió de un ataque al corazón y al año siguiente cerró la fábrica de piezas de coche donde trabajaba. Con 40 años se vio viudo y sin empleo. Nunca más volvió a encontrar un oficio.
El dinero que había cobrado por el despido se fue agotando hasta el punto de no poder afrontar el alquiler de la casa en la que vivía con sus dos hijos, Luis Ramiro y Diana. Mandó a los niños a vivir con sus tíos y él se echó a la calle, a dormir al raso. No quería la ayuda de nadie. "Es muy difícil y desesperante apoyar a alguien que no quiere. Es frustrante", cuenta Luis Ramiro. La familia le ofreció un piso vacío donde pudiese dormir y ducharse, pero siempre lo rehusó con alguna excusa.
Luis Ramiro se empeñó en hacerle el DNI hace cuatro años. Fue una de las últimas veces que lo vio. Se presentó repeinado y con una camisa blanca con manchas para ir a comisaría, pero no pudo renovar el documento porque le faltaba un papel del padrón. Ramiro prometió volver al día siguiente pero no lo hizo. Poco después murió su madre, una mujer muy mayor que le daba dinero para tabaco y comida. No fue al entierro. "Creo que no quería que nadie le viese", piensa el hijo.
Nadie sabe qué fue de Ramiro hasta el 12 de junio de este año. Sufrió un paro cardiaco en un albergue de la capital y le atendió el Samur. En el parte de los servicios de emergencias se recoge su nombre (no se sabe quién lo facilitó) y a continuación se especifica que sus antecedentes personales eran desconocidos. Lo trasladaron a urgencias de la clínica de la Concepción y un rato después lo subieron a la UCI. Allí falleció a las seis de la tarde. El hospital dio parte al Juzgado de Instrucción número 3 de Madrid, que decretó que el cadáver fuese trasladado al Instituto Anatómico Forense. Permaneció un mes en los frigoríficos de la Ciudad Universitaria hasta que el juez ordenó a la funeraria que lo enterrara.
En el protocolo que se sigue tras la muerte de un desconocido, en el que participa la policía, el juzgado y el hospital, algo falló. Nadie logró ponerse en contacto con la familia una vez que se le había identificado plenamente. La ley no aclara con precisión qué hacer en un caso como este. "Es un caso extraño. Ha habido un agujero en alguno de los pasos", aciertan a decir los encargados del protocolo.
La directora comercial de Interfunerarias, Sara Revilla, explica que hay dos formas de identificar a un paciente: que lleve documentación o que una tercera persona dé fe de su identidad. Después están los no identificados. "El hospital contacta entonces con servicios sociales para intentar localizar a la familia con los pocos datos que tengan, en este caso solo un nombre. Si no lo consigue, manda la documentación al juzgado y allí dan parte a la Policía Científica para que averigüe de quién se trata. Después, claro, hay que avisar a algún familiar para que lo sepa y puedan decidir qué hacer con el cuerpo", continúa Álvarez. Este último paso no se llevó a cabo esta vez.
El misterio se agranda al ver en el registro que en su parte de defunción tan solo aparecen su nombre y apellidos. El resto de casillas como el domicilio, la fecha de nacimiento o la edad están completadas con un "no consta". En un entierro de beneficencia que costó 2.262 euros al Ayuntamiento, Ramiro Álvarez fue enterrado en soledad. El municipio se hace cargo de unos 15 entierros de caridad al mes y en ello se ha gastado casi medio millón de euros este año. Un 18% más que en 2009.
Es imposible saber cuántos casos como este han ocurrido en la ciudad, pero la idea carcome al hijo del fallecido. "Si esto ocurre con normalidad, habrá que decirlo. Hoy ha pasado con mi padre, pero hay que evitar que ocurran cosas como estas con los indigentes. ¿Quién se ocupa?", agrega. Su padre se convirtió en un solitario que ni siquiera aparece en ningún registro de los Servicios Sociales del Ayuntamiento, que en febrero de este año contabilizó a 596 personas sin techo durante un recuento nocturno.
En el blog, Luis Ramiro deja sus impresiones: "No poseo el conocimiento de si este es el modus operandi en todos los fallecimientos de indigentes, pero lo que sí puedo saber es que mi padre mereció al menos un mínimo reconocimiento, ya no en vida, la cual eligió y no quiso ayuda de ningún tipo, pero por lo menos en su muerte por parte de sus familiares".
Continúa: "Vivió en la calle durante más de 10 años como un desconocido, y fue enterrado de igual manera, solo. Solo queda decir que hay quienes no le olvidamos, a pesar de que por lo visto se ponen medios para que esto ocurra". Luis Ramiro quiere que, ante todo, esto sirva de homenaje a su padre, muerto como "un don nadie". Que así sea.
Luis Ramiro encontró el nombre de su padre en la lista de fallecidos del periódico Abc del 23 de julio. Ramiro Álvarez Fidalgo (0). No se especificaba su edad. "Con este simple dato en mis manos, me puse a mirar más páginas, y finalmente hallé el lugar en donde había sido enterrado a través de una página web de esquelas que además ofrece servicios funerarios", relata. Después fue al cementerio y entonces supo que había muerto en la Jiménez Díaz. Le acompañaba un tío cuando fue a la clínica: "Al visitarla en busca del historial médico para saber de qué demonios había muerto, nos encontramos con que allí poseían no solo su fecha de nacimiento, sino incluso su número de DNI, datos suficientes para poder haberse puesto en contacto con alguno de sus familiares en el momento de su defunción". Las Administraciones implicadas no se explican lo sucedido.
Luis Ramiro aún recuerda el día que encontró a su padre en un banco de Atocha, rodeado de gente fumando filtros, agarrados a unos cartones de vino como quien se abraza a una religión. Llevaba la camisa llena de lamparones. Se dio cuenta de que su progenitor se había convertido en uno de los muchos indigentes que merodean por la ciudad. Su declive personal había empezado a principio de los años noventa. Su mujer murió de un ataque al corazón y al año siguiente cerró la fábrica de piezas de coche donde trabajaba. Con 40 años se vio viudo y sin empleo. Nunca más volvió a encontrar un oficio.
El dinero que había cobrado por el despido se fue agotando hasta el punto de no poder afrontar el alquiler de la casa en la que vivía con sus dos hijos, Luis Ramiro y Diana. Mandó a los niños a vivir con sus tíos y él se echó a la calle, a dormir al raso. No quería la ayuda de nadie. "Es muy difícil y desesperante apoyar a alguien que no quiere. Es frustrante", cuenta Luis Ramiro. La familia le ofreció un piso vacío donde pudiese dormir y ducharse, pero siempre lo rehusó con alguna excusa.
Luis Ramiro se empeñó en hacerle el DNI hace cuatro años. Fue una de las últimas veces que lo vio. Se presentó repeinado y con una camisa blanca con manchas para ir a comisaría, pero no pudo renovar el documento porque le faltaba un papel del padrón. Ramiro prometió volver al día siguiente pero no lo hizo. Poco después murió su madre, una mujer muy mayor que le daba dinero para tabaco y comida. No fue al entierro. "Creo que no quería que nadie le viese", piensa el hijo.
Nadie sabe qué fue de Ramiro hasta el 12 de junio de este año. Sufrió un paro cardiaco en un albergue de la capital y le atendió el Samur. En el parte de los servicios de emergencias se recoge su nombre (no se sabe quién lo facilitó) y a continuación se especifica que sus antecedentes personales eran desconocidos. Lo trasladaron a urgencias de la clínica de la Concepción y un rato después lo subieron a la UCI. Allí falleció a las seis de la tarde. El hospital dio parte al Juzgado de Instrucción número 3 de Madrid, que decretó que el cadáver fuese trasladado al Instituto Anatómico Forense. Permaneció un mes en los frigoríficos de la Ciudad Universitaria hasta que el juez ordenó a la funeraria que lo enterrara.
En el protocolo que se sigue tras la muerte de un desconocido, en el que participa la policía, el juzgado y el hospital, algo falló. Nadie logró ponerse en contacto con la familia una vez que se le había identificado plenamente. La ley no aclara con precisión qué hacer en un caso como este. "Es un caso extraño. Ha habido un agujero en alguno de los pasos", aciertan a decir los encargados del protocolo.
La directora comercial de Interfunerarias, Sara Revilla, explica que hay dos formas de identificar a un paciente: que lleve documentación o que una tercera persona dé fe de su identidad. Después están los no identificados. "El hospital contacta entonces con servicios sociales para intentar localizar a la familia con los pocos datos que tengan, en este caso solo un nombre. Si no lo consigue, manda la documentación al juzgado y allí dan parte a la Policía Científica para que averigüe de quién se trata. Después, claro, hay que avisar a algún familiar para que lo sepa y puedan decidir qué hacer con el cuerpo", continúa Álvarez. Este último paso no se llevó a cabo esta vez.
El misterio se agranda al ver en el registro que en su parte de defunción tan solo aparecen su nombre y apellidos. El resto de casillas como el domicilio, la fecha de nacimiento o la edad están completadas con un "no consta". En un entierro de beneficencia que costó 2.262 euros al Ayuntamiento, Ramiro Álvarez fue enterrado en soledad. El municipio se hace cargo de unos 15 entierros de caridad al mes y en ello se ha gastado casi medio millón de euros este año. Un 18% más que en 2009.
Es imposible saber cuántos casos como este han ocurrido en la ciudad, pero la idea carcome al hijo del fallecido. "Si esto ocurre con normalidad, habrá que decirlo. Hoy ha pasado con mi padre, pero hay que evitar que ocurran cosas como estas con los indigentes. ¿Quién se ocupa?", agrega. Su padre se convirtió en un solitario que ni siquiera aparece en ningún registro de los Servicios Sociales del Ayuntamiento, que en febrero de este año contabilizó a 596 personas sin techo durante un recuento nocturno.
En el blog, Luis Ramiro deja sus impresiones: "No poseo el conocimiento de si este es el modus operandi en todos los fallecimientos de indigentes, pero lo que sí puedo saber es que mi padre mereció al menos un mínimo reconocimiento, ya no en vida, la cual eligió y no quiso ayuda de ningún tipo, pero por lo menos en su muerte por parte de sus familiares".
Continúa: "Vivió en la calle durante más de 10 años como un desconocido, y fue enterrado de igual manera, solo. Solo queda decir que hay quienes no le olvidamos, a pesar de que por lo visto se ponen medios para que esto ocurra". Luis Ramiro quiere que, ante todo, esto sirva de homenaje a su padre, muerto como "un don nadie". Que así sea.
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