Jamás he podido entender la maldad por la maldad, quizás mi mente esté muy limitada porque hay conceptos como el odio, el rencor o los celos no caben en ella. Siempre que me han hecho daño, he intentado averiguar que parte de culpa he tenido yo en ese trance y que motivos han movido a mi verdugo a castigarme.
Sé que muchas veces también he mentido, envidiado y olvidado, que también he sido juez y verdugo y que tal vez alguien aun conserve la marca de mis colmillos en su cuello, pero mis pecados han sido siempre por omisión, por supervivencia o por debilidad, jamás he pretendido causar daño a nadie por el puro placer de hacerlo. Pero hay personas que disfrutan haciendo el mal, son seres que gozan del sufrimiento ajeno, son como vampiros que se alimentan del dolor y de la miseria de sus víctimas. A veces pienso que si no odio, es porque nadie me ha dañado lo suficiente, que si no conozco los celos es porque no he tenido motivos pero sinceramente creo que va contra mi naturaleza y que la paz interior es mucho más importante que el orgullo o el honor a la vieja usanza.
Al otro lado de la línea se encuentran esa personas altruistas que lo dan todo sin pedir nada a cambio, que se entregan a una causa o a una idea negándose a sí mismas y consagrando su vida al servicio de los demás. Muchas de ellas no lo hacen en nombre de un dios o una religión, lo hacen porque se sientes partícipes del bien y saben que este es su razón de vivir.
La mayoría de nosotros somos mediocres, hacemos daño por debilidad o egoísmo y hacemos el bien cuando no nos es demasiado costoso, lo importante es ir avanzando en el camino de la perfección y saber que aunque nunca alcancemos la santidad, el día que nos acerquemos a la puerta de salida y miremos atrás veamos que el camino recorrido ha sudo largo y fructífero, solo por eso, habrá valido la pena vivir.
JUANMAROMO