Sabía que aquel silencio, era el preludio de lo que vendría después.
Un temblor descontrolado comenzó a apoderársele.
Intentó respirar profundamente para que la tranquilidad volviera; pero hasta la respiración parecía aterrada escondiéndose en su interior.
De nuevo el zumbido lejano.
Por primera vez, pudo constatar que venía acompañado de una oscuridad que lo arrasaba todo a su paso.
Su pensamiento dio forma a la huida; pero sus piernas se negaron a obedecer al cerebro abotargado.
Sus oídos fueron los primeros en lamentar aquella “no escapada”.
Un dolor agudo se adentró en su cabeza lenta pero irremediablemente. Cada vez era más doloroso; más insoportable.
Los únicos que reaccionaron fueron sus ojos, dejando escapar lágrimas saladas que recorrían su rostro enmudecido.
La oscuridad la envolvió. El ruido lo
abarcó todo.
abarcó todo.
Un estallido en su cabeza le dijo que el fin había llegado.
Oscuridad…
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