Conocí a Joaquín con una mano delante y la otra detrás, yo estaba haciendo la mili en Madrid y frecuentábamos los cinefórum de los setenta por Vallecas en los últimos años del franquismo, con Rosa León, Pablo Guerrero y otros de cuyo nombre no quiero acordarme.
Por aquel entonces, Sabina habia compuesto ya algunas de las canciones que le lanzarían a la fama, como "Españolito" o "Calle melancolía" y las cantábamos en el teatrillo a grito pelao o en la calle cuando no asomaban "los grises", iba de culo buscando una discográfica, pero en cuanto le veían la pinta le daban con la puerta en las narices, aun recuerdo una noche que nos echaron a patadas de un meson de Ballesta, por pasar la noche bebiendo y cantando y no tener bastante pa pagar...
Cuando Tola lo descubrió, perdimos un poco el contacto, al cabo de un par de años, nos volvimos a encontrar casualmente, yo estaba en uno de los puntos mas bajos de mi vida, (que ya es decir) hablamos y bebimos toda la noche, y me dijo al despedirnos, -te voy a dedicar una canción en mi próximo álbum, cuando la escuches ya sabrás cual es... Desde aquel dia no le he vuelto a ver, la canción se llamaba "conductores suicidas". Por si no la recordáis, ahí va la letra:
No voy a negarte que has marcado estilo,
que has patentado un modo de andar
sin despeinarte por el agudísimo filo
de la navaja de esta inhóspita ciudad…
sabias hacer turismo al borde del abismo
pero creo que de un tiempo a esta parte
te has deslizado al lado marrón,
tu que eras un maestro en el difícil arte
de no mojarte bajo un chaparrón.
buscando en la basura un gramo de locura,
dime que es falso que ya nunca escribes
que has empeñado el reloj de Raquel,
que tu corazón no halla quien lo motive,
que has perdido siete quilos en un mes,
¿Cómo te has dejado
llevar a un callejón sin salida,
el mejor dotado
de los conductores suicidas?
“no es asunto tuyo -me dirás- y punto”
pero reconoce que es crudo aceptar
que no hay ser humano que le eche una mano
a quien no se quiere dejar ayudar,
y búscate la vida, en dirección prohibida,
pero no impedirás que levante mi vaso
a tu mala salud y te invite a brindar,
muerta la amistad sabe igual que el fracaso
y a los dos nos gusta el verbo fracasar,
así que tu ni caso,
por no agobiarte paso
de hacerte la cuenta de las papelinas,
de que no te fíe ni rafa el del pub,
de que vendas chapas en ciertas esquinas,
de que te conozcan en cada hospital.
¿Cómo te has dejado
llevar a un callejón sin salida,
el mejor dotado
de los conductores suicidas?
Nunca me dijo cual seria. pero recordando nuestra ultima charla, no podía ser otra.
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