Nos casamos por la iglesia y seguramente volveremos a casarnos cuando celebremos nuestro cincuenta aniversario, es una confirmación de que aquel compromiso ante Dios y ante los hombres, pero sobre todo ante nosotros mismos sigue apasionadamente vivo. No soy creyente, soy un hombre de fe, no creo en ese dios de barba y escuadra, pero creo en esa fuerza que gobierna el universo, en ese orden perfecto que el hombre se ha empeñado en convertir en caos y que nos atrevemos a desafiar. Cuando dos personas deciden unir sus vidas para siempre y creo que la mayoría de los contrayentes aspiran a ello, no me vale la firma de un concejal o la rúbrica de un juez , creo que en esos momentos trascendentales debemos pedir el amparo de las fuerzas de la naturaleza para que esa unión sea duradera y fructífera, invocar a la madre tierra para que nos acoja en su seno y nos haga partícipes de su sabiduría y su fuerza. Cuando dos seres que se aman aspiran a consumar el acto más hermoso y profundo que la naturaleza ha inspirado, este debe ofrecerse como ofrenda a esas fuerzas que velarán por nosotros a poco que nos preocupemos en seguirlas. No existe el mal fuera de nosotros y debemos impedir por todos los medios que arraigue en nuestros corazones y para ello no hay mejor exorcismo que el amor, el verdadero amor.
Jose Luis Posa
Lienzo de Lluis Ribas
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