Desde hace unos días, viene a nuestro jardín una cuereta cojita, se debió dejar una patita entre algunas ramas y ahora solo puede caminar dando saltitos. Ya no nos tiene miedo, se cobija en un rincón a la sombra y le echamos alpiste y patatitas fritas que le encantan, apoyada en su única patita va picoteando, pero tiene que defenderse de los gorriones que al verla tan indefensa le intentan robar su comidita, por suerte hay para todos, pero aun así, el instinto depredador hace que los gorriatos intenten comerse también su ración de granitos.
Una vez que ha comido y descansado, emprende el vuelo a refugiarse entre las ramas de la tuyas, donde de postre, se come algún mosquito rezagado.
Me encanta tener el jardín adornado por estos pajarillos que lo llenan de vida, sobre todo cuando la tórtola viene a proteger a los gorriones de las cueretas que vienen a robarles sus miguitas y ella las espanta para que los pequeños puedan llenar en paz sus barriguitas.
La vida es hermosa y nuestros pequeños hermanos nos alegran con sus trinos y saltitos, disfrutemos de todo lo que la madre naturaleza nos regala porque es gratis pero no tiene precio.
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