Mi primer recuerdo
de la lucha contra el cáncer se remonta a 1.959, por aquel entonces estudiaba
en un colegio de jesuitas, El sagrado
corazón de Jesús, una mañana, nada mas llegar a clase, nos formaron en el patio
y no dieron una “Hucha” y una banderola en la que se leía “Dia internacional
contra el cáncer”, y en procesión, como en día del Corpus nos llevaron al Paseo
de San Juan (entonces General Mola) y no lo hicieron recorrer de arriba a bajo mostrando
la urna a todo los transeúntes.
Como el éxito de la operación era más bien pírrico,
se me ocurrió ir cantando algo que me vino a la cabeza por inspiración divina …”Dame
un duro para el cáncer que Dios te lo pagará, librándote del pecado, el mal y
la enfermedad”. Como el canto no se me
daba mal, en un par de horas tuvieron que cambiarme la alcancía porque ya estaba
llena.
Recuerdo las felicitaciones de los mismos curas que el día anterior me habían llamado vago, gandul y desobediente y comprendí que todo lo que haces por los demás lo haces por ti, y que la letra no entra con sangre, que entra mucho mejor con música y una sonrisa.
Recuerdo las felicitaciones de los mismos curas que el día anterior me habían llamado vago, gandul y desobediente y comprendí que todo lo que haces por los demás lo haces por ti, y que la letra no entra con sangre, que entra mucho mejor con música y una sonrisa.
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