Yo soy un poeta, un hombre romántico hasta las raíces, y sé que el romanticismo está a años luz de la cursilería, de los poemas edulcorados y de considerar a la mujer como un sujeto paciente en el amor, en la sociedad y en la vida.
El romanticismo actual lucha por la libertad, por la igualdad y por la fraternidad en todos los estamentos sociales, políticos y económicos, por seguir persiguiendo esa utopía que por ser inalcanzable nos hace seguir adelante, lucha contra el fascismo en todos sus matices y exprime la palabra hasta extraerle la última gota de verdad.
El machismo sigue vivo, el imperialismo es una lacra a nivel mundial, el fascismo es un cáncer que amenaza con hacer metástasis y provocar una necrosis irreversible en el tejido social. Reivindico el amor, la libertad, la poesía, la belleza y la rebeldía como ese arsenal cargado de futuro de que nos hablaba Celaya, de nosotros depende empuñarlo y exterminar a esas hordas de hienas, vampiros y ratas carroñeras que esperan que nos rindamos para acabar con nosotros.
“Para la libertad, sangro lucho y pervivo, para la libertad…"