Esta mañana, estaba tan cansado que caminaba por la calle sin saber exactamente a donde iba, en realidad sí que lo sabía, era el camino que recorría a diario durante años, pero mi mente estaba en otra dimensión, era como si todo fuera una pesadilla. La gente que se cruzaba conmigo era como sombras sin rostro y yo solo veía mis pies trazar un sórdido desfile que me llevaba de la nada a ninguna parte mientras mi mente recorría los salones del palacio de la memoria recreándose en sus inmensos jardines dejándose acariciar por el perfume de sus flores. ¿Realmente estamos donde estamos?
A veces se produce un disociación total entre el cuerpo y la mente, suele pasar en situaciones extremas en las que nos negamos a aceptar una realidad traumática y nos aferramos al ensueño como el último refugio, Matteo Ricci nos sirve de cicerone y nos muestra como visitar y disfrutar de esos palacios que todos llevamos dentro. La capacidad de abstracción de nuestro cerebro es tal, que podemos salir del cuerpo casi por completo y elevarnos por encima de nosotros mismos hasta llegar a observarnos como a un cuerpo extraño.
Durante algún tiempo, experimenté con estas técnicas, me sentaba en la oscuridad y en completo silencio, cerraba los ojos y comenzaba a girar en espiral sobre mí mismo, elevándome hasta verme como un personaje irreconocible, luego descendía lentamente hasta volver a mi cuerpo e integrarme de nuevo. En ese lapsus, el tiempo se detenía y mi alma podía analizar los problemas con total objetividad, no estaba condicionada por mi circunstancia y gozaba de una total clarividencia. Me fui acostumbrando a estos viajes astrales hasta que un día me alejé demasiado, y estuve a punto de no poder regresar, fueron unos ¿instantes? en los que sentí una corriente que me atraía hacia el cenit y tuve que luchar denodadamente para regresar a mi mismo. ¿Qué hubiera pasado si me hubiera dejado arrastrar por esa luz y no hubiera regresado a mi cuerpo?.
He consultado con una amiga médium y me dice que al llegar al punto de no retorno, hubiera sido devuelto de nuevo, pues aun no era el momento supremo. Lo cierto es que desde entonces, me he limitado a refugiarme en “Los palacios de la memoria” para disfrutar de esos fragmentos inolvidables que atesoramos en nuestro recuerdo esperando que remita el temporal que azotaba la realidad cotidiana. El cerebro esconde potencias desconocidas, capacidades que se han ido atrofiando por falta de uso, o quizás otras nuevas que estén evolucionando, es fascinante investigar en nuestras profundidades abisales y dejar que la mente galope a rienda suelta, pero si soltamos las riendas de nuestro cerebro, ¿quien nos gobierna a nosotros?.
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