De un tiempo a esta parte, la red se llena de consejos, manuales recetas y hasta conferencias sobre técnicas sexuales, artilugios y sortilegios para contentar a ese monstruo insaciable que parece ser la mujer. De un tiempo a esta parte, todo está medicalizado, para todo hay una píldora, un jarabe una receta, desde el nacimiento hasta la muerte, la farmafia ha transformado la vida en un acto clínico al que hemos de someternos so pena de ser arrojados al averno de los desahuciados.
No soy sexólogo ni un Don Juan ni un Casanova, pero si desciendo a las profundidades de mi alma y me reencuentro con mi lado femenino, esto es lo que yo le pediría a un hombre en la cama, y fuera de ella.
Ante todo, amor, creo que como mujer jamás compartiría el aura con un hombre sin ser mi amante y mi amado, segundo ternura, cualquier hombre puede acariciarte el cuerpo, pero muy pocos llegan a acariciarte al alma, tercero, tiempo, que los relojes se detengan, que la luna descanse en su camino y el sol no asome hasta el medio día, que las horas sean instantes y los besos una lluvia de estrellas.
Hacer el amor es un fin en si mismo, no hay metas ni récords ni medallas, tan solo un hermoso sendero a recorrerlo mano con mano y piel sobre piel, no quisiera un amante de manual, un experto en malabarismos ni un lanzador de pértiga incansable, tan solo unos ojos embelesados, unas manos temblorosas y unos labios encendidos abrasándome el pecho.
No se lo que el protocolo me exigiría en la cama, pero yo, como hombre, solo puedo ofrecer lo que exigiría como mujer.
Ilustración de Mara Ángeles Palomo
No hay comentarios:
Publicar un comentario