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sábado, 9 de mayo de 2020

LA ENVIDIA, DEPORTE NACIONAL




España ha sido desde tiempo inmemorial un país de gentes esclavas del "que dirán"; en plena "edad de oro", los hidalgos, muertos de hambre y forajidos del trabajo, lucían impecables capas de seda bajo las que escondían calzones apestosos y camisas mugrientas. Como todos los nobles aunque fueran de baja estopa, despreciaban el trabajo y a los trabajadores y se enorgullecían de ser adalides del imperio donde nunca se ponía el sol, cuando alguien medraba a base de esfuerzo y trabajo se le estigmatizaba con san benitos variopintos, el sudor y la sangre azul eran enemigos acerrimos.
Por desgracia todavía arrastramos las viejas cadenas, el "hidalgo" actual envidia a quien se enriquece honradamente con su trabajo, al que crea y comparte riqueza, pero admira el especulador, al corrupto, a los poderosos de alta cuna y de baja cama, quizás porque en el fondo, lo que envidia del que se ha hecho a si mismo es su voluntad, su fuerza y su coraje. Que un político o ideólogo de izquierdas tenga un chalet y un buen coche se considera sacrilegio y se utiliza contra él como arma arrojadiza y sin embargo, se admira a los que se han enriquecido con la especulación, la corrupción y el sudor de sus gentes.
"La envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no come." nos decía Quevedo , por eso los envidiosos echan espuma por la boca y veneno en sus colmillos, prefiero mil veces un contrincante leal que un "amigo" envidioso, al primero se le combate cara a cara, al segundo, no se le puede girar la espalda.

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