El fascismo no es una ideología ni un sistema económico, es una enfermedad de alma, un virus altamente contagioso que corroe los valores humanos y transforma a sus víctimas en vampiros que a su vez transmiten su veneno a sus presas. Hay fascistas de todos los colores, azules, rojos y estelados aunque hayan encontrado su cubil en la extrema derecha, no olvidemos que el capitalismo norteamericano y el comunismo soviético combatieron a muerte contra el nazifascismo y que sus reductos se refugiaron en el nazionalcatolicismo de la España franquista y en las dictaduras latinoamericanas.
El fascista es un vampiro que contagia odio, aporofobia, racismo y machismo un psicópata agresivo e irrecuperable que se nutre de las heces sociales y pretende extender su mezquindad por todo el orbe, un ser de las tinieblas que odia la luz de la verdad. Se puede ser de derechas, se puede ser anticomunista, pero lo que no podemos es caer en las garras del fascio, porque acabaremos empalados en su estaca, en esa estaca debemos derribar entre todos, desde la derecha, desde la izquierda y desde el centro, porque nos va la vida en ello.
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