El fascismo no es una opción política, es una perversión ética y moral que lleva a sus agentes a discriminar y atacar a personas de otras etnias, religiones o culturas, a creerse adalides de la verdad e imponer sus normas, credos e ideología a todos los que no las comparten voluntariamente. Los fascistas son violentos, intransigentes, desconocen el concepto de diálogo; son misoginos, desprecian a la mujer y pretenden degradar al nivel de una mascota, no aceptan la diversidad sexual, cultural o religiosa y persiguen con saña a todos aquellos que no comulgan con sus ruedas de molino. Si consiguen el poder no dudan en utilizar a las fuerzas de seguridad del estado para homogeneizar la sociedad, machacando, encarcelando y hasta asesinando a los disidentes. Utilizan la guerra como una herramienta de poder y no les importa masacrar pueblos y naciones con tal de lograr sus objetivos, apoyan la eugenesia económica y social y consideran a sus naciones como elegidas por los dioses para reconducir al mundo. Ser Fascista, no es simplemente llevar una banderita, hay fascistas de todos los colores y religiones; azules, rojos, cristianos y musulmanes, todos ellos se refugian detrás del patriotismo o la fe para imponer sus poder sobre la tierra sin que les importe los medios para conseguirlo, hay fascistas en el poder y fascistas en la oposición y estos son los más peligrosos, porque se camuflan de demócratas y cuando lo consiguen no dudan en ensangrentar un país para perpetuarse. Al igual que a las malas hierbas, hay que arrancarlos antes de que se extiendan por el sembrado y arruinen la cosecha de un pueblo., como dijo Jesús "Por sus hechos los conoceréis"
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