Si nos atenemos a las reflexiones de sabios, pensadores y filósofos
en el ocaso de sus vidas, cualquier tiempo pasado fue mejor. Nos dicen que la sociedad y la vida se dirigen al
punto de no retorno y cuando estudiamos sus argumentos nos parecen
irrefutables, pero resulta que esta corriente apocalíptica nace con la
escritura y seguramente con el pensamiento.
El error consiste en mimetizar nuestra decadencia con la de
una sociedad en constante evolución, nos cerramos a la música, al cine, a la
novela actual y nos encerramos en nuestros clásicos, esos clásicos que en su día
escandalizaron a nuestros mayores y que a los jóvenes les resultan trasnochados. Por suerte,
ellos, descubrirán que el arte no tiene fecha de caducidad, que siempre se ha
hecho y se hará arte con mayúsculas y producciones consumistas que se agostan
en mitad de su estreno.
Como mayores, debemos denunciar los defectos y los errores
de la sociedad, pero si miramos hacia atrás sin ira, debemos reconocer que por
cada paso que hemos retrocedido, hemos avanzado
tres y que denunciar no significa renunciar.
Asomado a mi atalaya, puedo divisar desde la música
medieval hasta la new wave, pasando por la copla, el bolero, o el
rock&roll, puedo paladear cine negro, películas de arte y ensayo y las últimas producciones
indi o refugiarme en la poesía romántica a la vez que desbrozo
nuevos caminos hacia el futuro.
Jose Luis Posa
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