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sábado, 9 de abril de 2016

LA COLMENA HUMANA

Las sociedades animales son altamente eficientes, las jerarquías se consiguen tras duras oposiciones y jamás son vitalicias. El macho dominante tiene el deber de proteger a la manada, ha de ganarse su puesto tras duros combates y debe defenderlo hasta que tarde o temprano es destronado por otro más joven y fuerte. Los zánganos de la colmena son alimentados hasta que cumplen su misión reproductora y después son eliminados, solo hay una reina que tarde o temprano tendrá que abdicar y fundar un nuevo enjambre si quiere seguir reinando. No existe la corrupción ni el nepotismo, las leyes naturales se cumplen inexorablemente y solo sobreviven y se reproducen los mas fuerte y mejor adaptados. 
 En todo tejido, comunidad u organismo, los elementos externos deben integrarse o serán expulsados o fagocitados para impedir que se reproduzcan masivamente y generen metástasis en el tejido social, todos y cada uno de sus miembros tiene una misión y si no la realizan serán eliminados para garantizar la supervivencia del sistema, algo muy diferente a lo que sucede en nuestra sociedad.
  En nuestra colmena, no hay una reina, hay una familia real vitalicia y hereditaria rodeada de siervos, vasallos y ayudas de cámara a cargo de la comunidad, los zánganos  son alimentados, cuidados y reverenciados por la clase obrera ad eternum y su poder se transmite y se multiplica en cada generación, mientras que los  parásitos son protegidos  hasta que generan celulas tumorales que se extienden al resto de los tejidos.
Tenemos mucho que aprender de nuestros hermanos, todo lo mejor, lo que llamamos humano, son instintos animales, el amor por los hijos, el sacrificio y la solidaridad están presentes en sus relaciones y en su carácter, mientras que la crueldad, la codicia y el egoísmo son patrimonio del nuestro.

Hemos creado una sociedad enfermiza y corrupta  que acabará devorándonos si somos incapaces de regenerarla, hay que recoger la basura, expulsar a los parásitos y cambiar las reglas del juego, hacerlas mas justas y obligarlas a cumplir a todos por igual, de lo contrario acabaremos siendo pasto del odio y la violencia y ya estamos sufriendo los primeros estertores.

Jose Luis Posa

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