Llevo más de veinticinco años publicando en “la nube”, mucho antes de que internet existiera como tal. Miles de referencias en Google y más de cien mil lecturas mensuales en el índice de mis blogs es una cifra imposible de conseguir con la clásica edición en papel, pero tengo la sensación de que todo es ficticio, virtual, vacio. Si un día dejo de publicar, al cabo de unas semanas, mis lectores me olvidarán y los blogs se llenarán de mensajes basura hasta que la plataforma decida borrarlos, en resumen, todo mi trabajo se esfumara en el limbo de los no natos como si nunca hubiera existido.
Un libro, un solo libro, puede perdurar en el tiempo. Una pequeña edición de dos mil ejemplares de una obra distribuida entre los amigos, me asegura que cuando yo desparezca, cientos de mis ejemplares dormirán en las estanterías el sueño de los justos, pero siempre habrá una mano amiga dispuesta a devolverlos al mundo de los vivos. Es la eterna lucha entre la inmediatez y la persistencia, el árbol crece mucho más despacio que el arbusto, pero cuando este desparece, aquel sigue creciendo hasta eclipsar el cielo. La hoja de un libro, perdurará mucho más que todo un bosque perdido en la noche de Google. “Quiero escribir un niño, quiero parir un libro”, sé que el parto será difícil, pero el mío ha sido engendrado con todo el amor del mundo, y está a punto para romper aguas.
Jose Luis Posa
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