La poesía es la antítesis de la egolatria, la
poesia es el sendero infinito que nos eleva a la utopía, que pone la luna a
nuestro alcance cuando es Selene quien nos ilumina y nos observa. Cuando el poeta
habla, es la humanidad quien se expresa por su pluma, cuando el poeta llora,
son las lágrimas del mundo las que mojan sus cuartillas. "Maldigo la
poesia concebida como un lujo" clamó Celaya, pero la poesía siempre será
un lujo, un lujo que no se paga con dinero, un lujo que se comparte y se disfruta
con los sentidos del alma. Lástima que este sistema nos esté convirtiendo en
autistas de la belleza para emponzoñarnos con la basura que se atesora en las
calderas de Hell Street.
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