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sábado, 20 de febrero de 2016

LOS CAMPANILLEROS


Desde hace unos años, nuestras calles se ven amenizadas por unos señores que repartiendo bombonas de butano, se dedican a aporrear las botellas  causando un ruido enervante sobre todo a personas con problemas nerviosos o cefaleas, recorren las aceras impunemente dejando un rastro de crispación sin que nadie les ponga freno y muchas veces recreándose en el estruendo. En un principio, las botellas debían ser encargadas a los distribuidores autorizados y eran transportadas directamente al domicilio del cliente dado la peligrosidad del producto, pero en la actualidad, los repartidores dejan el camión cargado con el material inflamable y con la ayuda de una carretilla, van alegrando nuestras aceras como los antiguos afiladores, pero de una manera peligrosa, agresiva y ensordecedora.

Creo que la permisividad de que hace gala el ayuntamiento en este tema tan peligroso, molesto y agresivo, contrasta con la ferocidad con que los agentes multan a quien estaciona durante unos minutos encima de la acera porque es humanamente imposible hacerlo de otra manera. Barcelona es una ciudad bombardeada por motos a escape libre, establecimientos con decibelios feroces y terrazas gallineras hasta la madrugada, solo nos faltan estos campanilleros trashumantes para acabar destrozando nuestros nervios.

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