jueves, 5 de noviembre de 2015

ROBINSON

Hace cincuenta años que se alcanzó la utopia, las primeras centrales de fusión empezaron a generar energia limpia e inagotable. En pocos años, todo funcionaba con electricidad, la contaminación quimica descendió a varemos inmensurables, las aguas de rios y mares se volvieron transparentes y el aire se pobló de aromas vegetales, la vida comenzaba de nuevo.
Como los cereales transgenicos ya no se necesitaban como combustible, las selvas se recuperaron y los precios de los alimentos descendieron a niveles insospechados, la era del petroleo habia terminado.
Hacia decenios que la información se transmitia por ondas, los cables casi habian desaparecido pero el paso definitivo estaba a punto de darse, la energia radiante. Se construyeron emisores energeticos capaces de transmitir electricidad a cientos de kilometros sin necesidad de torres ni tendidos, el peligro de incendios y accidentes desaparecia con ellos, era el retorno al paraiso.
Todo parecia idilico, pero en poco años, el indice de natalidad descendió bruscamente, los contados embarazos, terminaban en abortos sin que nadie encontrara la explicación. Se recurrió a la fecundación "in vitro" pero el porcentaje de fracasos era similar al de los embarazos naturales, los óvulos fecundados eran incapaces de reproducirse, tan solo en algunos poblados del africa negra, los nacimientos se producian regularmente, en una decada la población envejeció a tal velocidad que las guarderias se convirtieron en asilos y los colegios, en residencias de ancianos.
Tengo ochenta y cinco años, salgo a la calle y las tiendas están repletas de todo lo imaginable, los vehiculos tierra-aire pueden llevarme a cualquier lugar del mundo y el aire es limpido y transparente, pero llevo dias intentando encontrarme con alguien a quien abrazar y solo consigo contactar con amigos de otras latitudes tan desesperados como yo.
Los robots de servicio me saludan en el restaurante y comentan las últimas noticias mientras me sirven los platos mas exquisitos, la delincuencia ha desaperecido, las guerras forman parte de la historia y puedo vivir con la seguridad de nada ni nadie perturbará mi existencia, porque estoy solo, totalmente solo, terriblemente solo.
Jose Luis Posa

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