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miércoles, 19 de agosto de 2015

LOS ÚLTIMOS COLETAZOS

Estamos entrando en la estación término, el capitalismo occidental ha exprimido de tal manera  pueblos y tierras que apenas queda unas ubres de donde mamar. El estado de bienestar está fundamentado en la explotación de los territorios fuera del paraíso capitalista, pero mientras unas vacas subsisten en estado de coma, otras se han revelado y muestran los cuernos amenazantes. 
La sociedad capitalista se divide en dos castas,  los productores y los consumidores, a los primeros se les deja consumir una parte de lo que producen, pero conforme el capitalismo entra en crisis, les corresponde menos porción del pastel.
 Los consumidores netos se dividen en dos clanes: los especuladores, defraudadores y corruptos y los pensionistas por enfermedad o jubilación: los primeros acaparan el ochenta por ciento de la renta y la miseria restante deben repartirla entre pensionistas e incapacitados, conforme la diferencia crece, el reparto se hace insasumible.

Los recortes en materia de sanidad no solo se deben a problemas presupuestarios, es una cuestión ideológica. La codicia desmesurada de los rentistas hace que cada vez quede menos porción para el resto y haya que eliminar competidores; enfermos crónicos, discapacitados y minusválidos deben ser eliminados y pare ello nada mejor que la eugenesia pasiva, a unos se les sobremedica para que su vida se acorte al máximo, y a los otros  se les recortan las ayudas para que sean sus familiares quienes carguen con ellos,  entonces ¿Por qué no acaban también con los jubilados?
La respuesta está clara, los políticos viven de los impuestos y los banqueros de los depósitos,  los jubilados son una vaca a la que hay que ordeñar hasta un limite no vayamos a matar a la gallina de los huevos de oros. Los jubilados pagan sus impuestos, cobran las pensiones a través de la banca y muchos de ellos mantienen a hijos y nietos, una carga menos para ese estado que a caído en manos de la corrupción desenfrenada,  por otra parte hay que dejar una esperanza a los productores para que sigan trabajando y cotizando no sea que rompan la baraja y el sistema se le vaya al garete. 
Sea como sea, la pescadilla está dando os últimos coletazos, o la devolvemos al mar, o será pasto de las gaviotas carroñeras, la decisión es nuestra, la responsabilidad, tambien.

JUANMAROMO

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