Ortega nos hablaba de la España invertebrada, pero ahora no solo ha perdido sus osamenta, ha perdido su tejido social y está en plena putrefacción. El estado español se cae en pedazos, no es que sus miembros quieran separarse, es que ha perdido toda su cohesión y solo sobrevive por inercia histórica. La corona de España ha pasado a ser una corona de espinas, donde la inquisición política y económica amputa y censura a todo aquel que no comulga con sus ruedas de molino, un reino de taifas donde unos trabajan, otros explotan y otro tercio vive de subvenciones y sopaboba.
Si los politicastros de turno tuvieran un mínimo de sentido de estado, reformarían la constitución negociando con los cismaticos catalanes y vascos un uevo consenso, pero los Torquemada de turno solo alcanzan a lanzar, como en la película del Hitchcock, a sus águilas y gaviotas contra las gentes.
El cantar del Mio Cid se lamentaba “Qué buen vasallo fuera si tuviera buen señor”, desgraciadamente, por la terrible estepa nunca ha habido señores, solo tiranos, bastardos y explotadores.
JUANMAROMO
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