Los sentimientos son el nexo que nos une a todos los seres humanos por encima a de razas y credos, cuando uno de nosotros es feliz, esa felicidad se expande por el éter y se comparte entre el resto de la humanidad, lo mismo sucede ante una desgracia.
El sufrimiento engendrado por la tragedia del Airbus es como una nube de piedra y fuego que se cierne sobre el mundo y nos arrasa con su tormenta infernal, una más a sumar a la lista interminable de crímenes, guerras y genocidios que asolan el planeta. Ante tragedias de este calibre, deberíamos unir nuestras manos y compartir entre todos esa descarga a fin de hacerla un poco más llevadera a sus víctimas.
Los comentarios de algunos descerebrados de cuyos nombres no quiero acordarme para no darles publicidad no merecen más que el desprecio y el vacio absoluto, son el aullido de unos sicópatas que no encuentran otro medio para hacerse notar. Encerrémosles en el limbo del olvido y unamos nuestros corazones y nuestras plegarias a favor de ese puñado de vida segadas por la guadaña, sobre todo por esos niños a quien alguien les ha negado la oportunidad de crecer y la alegría de vivir.
Juanmaromo
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