Modelé tu figura con mis manos
en la tórrida arcilla de tu lecho,
te investí de unos versos encendidos
con mi propio aliento
y tejí tus cabellos con mis dedos
y esculpí tu cuerpo
con el ígneo cincel de mi deseo
moldeando el tiempo.
Y arranqué al arcoiris sus colores
por pintar tus ojos
y mordí la manzana de tu sexo
incendiando el cielo
y te quise dar vida y te di muerte
como un cruel Saturno
devorando tus carnes maceradas
por mi necio orgullo.
Me llegué a creer dios
y sin embargo
no he llegado ni a ser
un pobre diablo.
JUANMAROMO
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