Llega un momento en que el agotamiento nos ahoga, el cuerpo no responde, la mente se embota, y el corazón se desboca buscando escapatoria. No es un cansancio físico ni tan siquiera psíquico, es un cansancio vital que te arrastra por los meandros de la vida hacia un delta desconocido que te espera con las fauces abiertas. Y pides ayuda pero nadie te escucha, algún paseante por la ribera te saluda creyendo que bromeas, pero la corriente te arrastra y no encuentras nada a lo que asirte. Cuando quieres dormir no consigues cerrar los ojos y por el día, no consigues abrirlos, tu mente es un campo de batalla en el que tu eres gladiador y esclavo.
Mientras escribo esta reflexión, la pantalla del ordenador me devuelve una imagen en blanco y negro, una sombra en la que intento reconocerme pero que me es extraña y busco tus manos pero no hay otras manos que las que esperan al final de mis brazos, abro el burladero de la nevera y me escondo tras unas botellas de cerveza a la espera de una mirada tierna, un abrazo profundo o unos besos salvadores, pero el tiempo se arrastra y me arrastra con él hacia las cloacas del hastío.
JUANMAROMO
Cuántos "ciegos" se encuentran igual... caminan a tientas y creyendo estar solos, sin sentir que a su diestra o siniestra, atrás o delante de ellos, van otros ciegos iguales...
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