Siempre he
admirado a los autores de tratados llamados "de autoayuda". Son
personas que se presentan envueltos en un aura de sabiduría, y que pretenden
aconsejarnos sobre nuestros sentimientos, miedos y frustraciones, todo ello,
claro está por el módico precio de una consulta o por la compra del libro. La mayoría
de estos manuales, son un puñado de obviedades envueltos con el glamur de un famoso,
pero que no resisten un mínimo análisis, plagios, reiteraciones y
contradicciones se tejen en una telaraña que atrapa al lector sin aportarle
nada en absoluto. Son los modernos predicadores, los psicólogos del bricolaje
emocional, los médiums de la soledad y la falta de autoestima que pescan en el
rio revuelto de una sociedad huérfana de principios y valores.
Son los voceros de la telebasura, la pátina
pseudointelectual conque las cadenas escatológicas pretenden barnizar sus
letrinas, pero mucho cuidado, no son inocuos, algunos de sus mensajes sublímales
son altamente peligrosos porque inducen a la resignación y nos quieren arrojar a un estado de
contemplación que no tiene nada que ver ni con el misticismo ni con la abstracción si no con
un mundo irreal desde el que nos convertimos en espectadores de nuestra propia
vida, en habitantes de una colmena en la que nuestro único objetivo es producir
miel para zánganos y reinas.
El verdadero sabio a penas necesita palabras, quien
publica enciclopedias en fascículos vacios de contenido o es un farsante o es
un vividor, aunque lo más seguro es que será ambas cosas a par..
Juanmaromo
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