La mesa y el lecho, tienen una liturgia similar, requieren de un lugar apacible, iluminación relajada, y una lencería suave y acogedora. Ambas ceremonias agradecen unos entrantes para ir haciendo boca , algo ligero pero exquisito que nos vaya preparando para lo que vendrá, un buen cava abre el apetito y deleita nuestra imaginación. El primer plato, de sabores sutiles , dará paso a los más intensos, caza, mariscos o delicatesen artesanales elaborados con mimo, una conversación cálida será la mejor música para acunar la mágica noche que tenemos por delante. Luego los postres, caprichos esquistos, dulces o salados, pero que darán el toque mágico a la ceremonia. Por último, la sobremesa larga y profunda, mano sobre mano y compartiendo miradas mientras apuramos un café oloroso y caliente o una infusión espirituosa que nos inspira y nos conforta. Sea en la mesa o en la alcoba, el secreto estriba en cerrar bien la puerta y no dejar que nadie interrumpa el hechizo, poner a Cronos contra la pared, y gozar de la noche, como si fuera la última noche.
Juanmaromo
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